—La gestión del trabajo en las plantaciones coloniales y los nexos entre imperialismo, capitalismo, tecnología y raza.—

 

Los relatos más comunes sobre el cambio de modelos de gestión en los espacios productivos se centran en las fábricas. A finales del siglo XIX, las industrias ligadas a la producción tanto de bienes de consumo de masa como de lujo crecieron a un ritmo sin precedentes. El aumento de la variedad de los artículos manufacturados, así como la mayor complejidad de la organización fabril y de la jerarquía en el trabajo, plantearon nuevos retos a la coordinación del proceso productivo y al control del trabajo. Confrontados con la dificultad de imponer un orden técnico y social en organizaciones cada vez más especializadas, los empresarios confiaron el gobierno de sus industrias a ingenieros. El sistema de “gestión científica” de Frederick Winslow Taylor es el icono del triunfo de la estandarización en la fábrica, acompañada de una idea muy específica de “eficiencia”. Se buscaba la maximización del output por unidad de trabajo, energía y tiempo, al mismo tiempo que se perseguían otros objetivos más políticos en un marco de gran contestación obrera. Este sistema se asentaba en dos principios básicos: la codificación de procedimientos con el fin de facilitar el reemplazamiento del personal obrero y el gobierno de la fábrica a partir de la recopilación y el análisis de datos.

No hay duda de que estos sistemas de información y sus técnicas asociadas –es decir, los objetos y los procesos burocráticos necesarios para el registro, archivo, acceso y comunicación de datos– transformaron la administración industrial hacia el año 1900. Investigaciones históricas más recientes han mostrado la modernidad de formas de organización productiva en otros contextos, cronologías y geografías como, por ejemplo, las plantaciones coloniales del Sur Global a inicios del siglo XIX. A primera vista, la relación entre agricultura esclavista y métodos cuantitativos de gestión no resulta evidente. Las plantaciones, a pesar de su gran dimensión, han sido representadas durante mucho tiempo como instituciones arcaicas, primitivas y gobernadas únicamente mediante el látigo. Sin embargo, un examen atento de las prácticas muestra que muchas de estas empresas agrícolas compartían características de las fábricas del siglo XIX: separación entre propiedad y gestión, estructura organizativa multijerárquica, estandarización en la recogida de información, análisis de la productividad y prácticas de evaluación de la eficiencia. Desde finales del siglo XVIII y durante todo el siglo siguiente, diversas estrategias sofisticadas de gestión y control de la producción, apoyadas en meticulosos registros contables, garantizaron el cultivo de azúcar, café y algodón de forma muy rentable en las plantaciones del Caribe y Brasil, así como también del sur de Estados Unidos.

Fotografía de colonos en una plantación de São Tomé. Fundação Mário Soares / Ana, Luís e Pedro Nogueira de Lemos. Casa Comum.

Esta otra genealogía de la administración del trabajo muestra la íntima conexión entre contabilidad y violencia racial. De hecho, y en contra de los relatos fundamentados en la ineficiencia de los regímenes de trabajo forzado, no hubo ninguna incompatibilidad entre el poder burocrático de esas estructuras agrícolas y la esclavitud o el servilismo, más bien todo lo contrario. La autoridad casi total sobre la vida social de las plantaciones permitió una gestión del proceso productivo más precisa que la que era posible en industrias o en explotaciones con personal asalariado. Por lo tanto, es conveniente considerar el binomio tecnologías de la información y trabajo forzado como parte de un mismo proyecto de dominación.

Para entender estas formas modernas de poder y violencia me centraré en un territorio concreto: São Tomé, que he podido estudiar con detalle dentro de una investigación realizada en el marco del proyecto ERC “The Colour of Labour: Racialized Lives of Migrants”, en el Instituto de Ciências Sociais de la Universidade de Lisboa. Esta antigua colonia portuguesa del Golfo de Guinea es un espacio ejemplar para analizar las intersecciones entre imperialismo, esclavitud y capitalismo de larga duración. En el siglo XVI, con el azúcar y la mano de obra de personas capturadas en la costa africana, allí se consolidó un sistema de plantación colonial que se extendió a buena parte del globo. La esclavitud y la deshumanización de mujeres y hombres, experimentadas en esas plantaciones, ayudaron a reforzar ideas sobre diferencias y jerarquías raciales que marcaron las relaciones laborales de los siglos siguientes y que sobreviven hasta nuestros días. Cuando la caña de azúcar y los ingenios azucareros se “trasplantaron” a Brasil a mediados de 1500, São Tomé se convirtió en uno de los nodos más importantes de la red de tráfico de personas a través del Atlántico.

Las plantaciones no resurgieron hasta 1850, cuando el negocio del tráfico esclavista llegó a su fin. Primero se plantó café, un cultivo que, a lo largo de la década de 1880, dio paso al cacao en respuesta a las necesidades del mercado mundial. El cultivo del cacao coincidió con la abolición de la esclavitud en el imperio portugués, aunque, en la práctica, el régimen laboral cambió poco. Los nuevos marcos legales, con la figura jurídica del contrato laboral, no deben engañar acerca del carácter servil del trabajo en São Tomé: se prohibía a hombres y mujeres abandonar las plantaciones y eran recontratados con coerción hasta el final de sus vidas.

Foto postal con un retrato de trabajadores en una plantación en São Tomé. Fundação Mário Soares / Ana, Luís e Pedro Nogueira de Lemos. Casa Comum.

Más de 60.000 trabajadores fueron reclutados forzosamente en Angola. Las plantaciones de cacao en São Tomé crecieron y se multiplicaron hasta extenderse por casi toda la superficie de la isla. La expansión fue acompañada de una creciente sofisticación burocrática. A finales del siglo XIX, muchas empresas agrícolas coloniales se habían transformado en sociedades anónimas privadas en manos de numerosos accionistas y gestionadas a distancia desde la capital del imperio, Lisboa. Sus directores elaboraban informes sobre la situación financiera y agrícola, establecían los dividendos y decidían la inversión del capital restante. A su vez, nombraban al administrador en São Tomé, delegando en él los poderes necesarios para gestionar el día a día de la plantación. Las decisiones de la dirección en Lisboa se basaban en el análisis de un conjunto de documentos contables elaborados en los trópicos. Estos documentos, que ayudaban a los directores a visibilizar y escudriñar todo el proceso de producción en la isla, eran, al mismo tiempo, esenciales para la planificación pormenorizada de todas las tareas agrícolas y el gobierno diario de la plantación.

A partir de los registros burocráticos de una de estas empresas, la Companhia da Roça Vista Alegre, es posible entrever “en acción” las modernas técnicas de gestión del trabajo. Creada en marzo de 1903, esta empresa estaba dirigida por tres directores en Lisboa y un administrador en São Tomé. Este último, ayudado por nueve empleados europeos, comandaba el destino de 170 trabajadores africanos, mujeres y hombres, y unos 70 niños. Vista Alegre era una empresa muy pequeña en comparación con otras plantaciones de São Tomé, que contaban con miles de trabajadores. Su gran legado histórico son los registros repletos de detalles acerca de sus actividades que hoy se custodian en el Archivo Histórico Ultramarino de Lisboa.

Hoja de distribución de servicio diario, Plantación Vista Alegre. Archivo Histórico Ultramarino, Lisboa.

En la base del sistema de información de la compañía Vista Alegre estaban las hojas de distribución de servicios diarios. Estas fichas impresas y normalizadas establecían la relación entre las distintas operaciones vinculadas al cultivo del cacao y el trabajo medido en días de trabajo y número de trabajadores. Todas las tareas necesarias para obtener un cacao de buena calidad debían realizarse en el momento exacto: preparación y limpieza del terreno, plantación de árboles de sombra, apertura de hoyos, fertilización, siembra del cacao, poda, escarda, cosecha, quiebra, fermentación, secado, clasificación, ensacado y transporte. Las hojas de distribución del servicio diario permitieron la coordinación entre el ciclo del cacao, la práctica agronómica y el trabajo forzado.

De estos documentos se desprende que, por cada mes de 1909, el administrador de São Tomé calculó la distribución de los servicios necesarios para la producción de cacao teniendo en cuenta un total de 6.000 días de trabajo. Por ejemplo, en febrero, más de un tercio del tiempo se dedicó a desbrozar los terrenos. En abril, la recolección y la quiebra del cacao ocupaban a la mayoría de las personas trabajadoras. En agosto, al final de la cosecha y en la estación seca, el personal de la plantación se concentró en la apertura de hoyos para plantar nuevos árboles de cacao. Aunque el trabajo variaba a lo largo del año, las matemáticas eran siempre las mismas: todos los hombres, mujeres y niños estaban permanentemente ocupados y toda unidad de trabajo estaba contabilizada.

Foto postal con trabajadores contratados plantando árboles de cacao. Fundação Mário Soares / Ana, Luís e Pedro Nogueira de Lemos. Casa Comum.

Los balances anuales resumían las actividades de un ciclo de cacao. Más allá del resumen de los mapas de distribución de los servicios diarios, estos balances registraban los movimientos hospitalarios, las visitas médicas, la facturación de la tienda, los cambios en el contingente de personal africano y las observaciones meteorológicas. De un solo vistazo, a los directores en Lisboa les era posible enterarse de todos los elementos que influían en la producción y así mostrar a los administradores el éxito o el fracaso de sus decisiones. Estos balances permitían conocer el número de días y personas dedicadas a cada tarea de forma global y evaluar la productividad de los trabajadores comparando con los mapas de años anteriores. Se podía así planificar nuevas inversiones en infraestructuras, ampliar la superficie cultivada y decidir sobre nuevas contrataciones. Junto con los balances anuales, los inventarios eran otra pieza fundamental. Este tipo de registro servía para la gestión diaria de las existencias de la plantación, así como para habilitar las hipotecas necesarias para la obtención de préstamos.

La voluntad de control absoluto sobre el trabajo justificaba y moldeaba esta práctica contable moderna. Pero este proyecto de control no debe confundirse con el consentimiento. En las plantaciones, las personas trabajadoras se resistieron de múltiples formas: frenando el ritmo de trabajo, robando, incendiando las cosechas o atentando contra la vida de europeos. Más frecuentemente, optaban por la fuga, lo que privaba a los administradores de fuerza de trabajo y, en consecuencia, de capital. En los mapas mensuales y anuales hay un elemento permanente: los “fugidos”. El recuento de estos individuos muestra tanto las pérdidas acarreadas por las fugas en la economía de la plantación como la esperanza de los administradores en recuperarlos. La presencia reiterada del ítem “capturado” muestra el carácter habitual de las “cacerías humanas”, realizadas con la complicidad de las autoridades coloniales.

Companhia da Roça Vista Alegre, Marca Registrada. Archivo Histórico Ultramarino, Lisboa.

El estudio de los registros burocráticos asociados a la organización del trabajo en las plantaciones coloniales permite añadir otra dimensión a los relatos históricos acerca de las tecnologías agrícolas, habitualmente centrados en la mejora científica de las semillas, el uso de maquinaria y fertilizantes, o en el papel de ingenieros químicos y agrónomos. De la mano de este complejo sociotécnico, también existente en São Tomé, diversos sistemas de información administraron la vida cotidiana de las plantaciones e hicieron de la gestión de los cuerpos un elemento esencial para su funcionamiento. Esta mirada a los conocimientos y las prácticas contables nos permite resituar, en el espacio y en el tiempo, las historias de las modernas tecnologías de gestión del trabajo. Y así recordar la estrecha, aunque a menudo oculta, relación entre tecnología, capitalismo, violencia y regímenes de trabajo forzado.

 

 

Marta Macedo
Instituto de Ciências Sociais, Universidade de Lisboa

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

Chandler Jr, Alfred D. The Visible Hand: The Managerial Revolution in American Business. Cambridge: Harvard University Press; 1977.

Yates, Joanne. Control through Communication: The Rise of System in American Management. Baltimore: Johns Hopkins University Press; 1989.

Rosenthal, Caitlin. Accounting for Slavery: Masters and Management. Cambridge: Harvard University Press; 2018.

Estudios

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Páginas de internet y otros recursos

Proyecto COLOUR. Disponible en este enlace.