—La cultura visual del aula permite descubrir las prácticas docentes, los roles de docentes y discentes y la configuración de las disciplinas científicas.—

 

“Pónele también a aprender dibujo, a que adquiera el sentido de la forma, único camino para llegar a adquirir el del fondo. Y el método de enseñanza es ingenioso si los hay. Le hace dibujar pajaritas de papel en todas posturas y proyecciones, pues las pajaritas, sobre ser objetos de bulto, afectan formas geométricas.”

Miguel de Unamuno, Amor y pedagogía (1902)

 

Con la pluma cargada de ironía de Unamuno, Amor y pedagogía constituye un ejemplo de “la manía pedagógica” que caracterizó el positivismo científico y su traslación didáctica a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Los defensores de aquella filosofía creían en una educación armónica de la persona (predominantemente, todavía el hombre) como fórmula de progreso y, por ello, defendían que su formación integral debía contener una enseñanza combinada de ciencias, artes plásticas, música, educación física e higiene. Esta formación debía tener lugar tanto en el aula como durante la visita a museos o en las excursiones a la naturaleza. Las flechas paródicas de Unamuno, a pesar de formar parte de aquel mundo, apuntan a la mitificación de la ciencia y, en concreto, a la liturgia de sus métodos de enseñanza.

Aula de la Facultad de Medicina, Universidad de Barcelona. Anuario de 1906.

Pero, además, este ejemplo plantea también la centralidad de la visualidad en el aula en el período mencionado. Aprender a observar formaba parte de los procesos de modernización y racionalización que contribuyeron a hacer de los espacios y los medios de enseñanza la estrategia educativa para disciplinar a los estudiantes desde mediados del siglo XIX. El punto de partida consistía en entender que el observador aprende a mirar bajo un conjunto limitado de reglas, prácticas y códigos.

A lo largo del siglo XIX, se produjeron algunos cambios fundamentales en la historia de la cultura visual europea que tuvieron como eje central más al observador -objeto y sujeto de la modernidad- que a las representaciones visuales. Hasta entonces, la cámara obscura había participado en la configuración del observador en los siglos XVII y XVIII, y permanecía como base objetiva de verdad visual. Desde principios del siglo XIX, se produjo una ruptura con los modelos clásicos de visión y del observador, provocando que la experiencia visual se centrara en la visión subjetiva, la productividad del observador y la proliferación y circulación de signos y objetos. En ello jugó un papel decisivo un conjunto de instrumentos ópticos, desde el estereoscopio a la fotografía, que no hay que entender de manera aislada, sino como parte concurrente de múltiples discursos (filosóficos, estéticos, científicos, tecnológicos) solapados con marcos institucionales y fuerzas socioeconómicas. Se trata de dispositivos que participaron en la modernización impulsada por el capitalismo, que buscaba una nueva economía cultural basada en la circulación y la comunicación, mediante la reproducción, la creación industrial y en serie de imágenes a partir de técnicas diversas. Todo ello trajo como consecuencia una reorganización del conocimiento y el desarrollo de nuevas prácticas sociales.

Sala de proyecciones, Facultad de Medicina, Universidad de Barcelona. Anuario de 1906.

En la sociedad de masas surgida a partir de la segunda mitad del siglo XIX, los medios (proyectores de imágenes, instrumentos, especímenes, representaciones visuales) fueron el punto de intersección de diferentes públicos, tanto el de los espectáculos de entretenimiento o las demostraciones científicas como el educado en las aulas. Los argumentos visuales fueron parte de las nuevas formas de creación, ordenamiento y transmisión de conocimiento científico mediante la publicación de atlas y libros, configurando disciplinas básicas como la química o la física, o nuevas ciencias universitarias.

En este contexto, un número creciente de editoriales, casas comerciales y fabricantes de instrumentos y aparatos fotográficos proliferaron en el mundo euroamericano desde finales del siglo XIX, dedicadas a la producción y circulación de dispositivos ópticos y diapositivas. Los fabricantes franceses de placas, de microscopios de proyección y de aparatos de transparencias (Deyrolle, Molteni, Radiguet, etc.) tuvieron un papel destacado en la industria europea de la imagen fija. Como resultado, la proyección de imágenes en el aula transformó la didáctica de las ciencias.

A la izquierda, portada del catálogo comercial de Émile Deyrolle, 1912. A la derecha, detalle interior del mismo catálogo, donde se puede ver el material de proyección Internet Archive.

Desde un punto de vista docente, la proyección de placas de vidrio permitía aumentar la dimensión de los objetos, de modo que el profesorado podía complementar su discurso con la visión de los mismos. Sus estudiantes aprendían así a observar, a la vez que escuchaban la explicación impartida. La información visual de los objetos proyectados sostenía los argumentos orales, superando las posibilidades del habla, de modo que una breve secuencia de diapositivas facilitaba la comunicación de gran cantidad de información y permitía la demostración comparada. Todo ello se podía realizar en poco tiempo y destinado a muchos estudiantes a la vez. Hasta la consecución técnica del color en la imagen fotográfica, colorear las placas de vidrio, intervenir en la representación y crear objetividad permitió la consolidación de este recurso y su perduración en el tiempo.

Así, en los inicios del siglo pasado, la modernidad pedagógica desarrollada en ámbitos docentes de Alemania y Francia transformó la enseñanza científica en las aulas, no sólo en las universitarias. El diseño arquitectónico convirtió el aula en la quintaesencia de los espacios docentes, allí donde se hacían evidentes las jerarquías de la enseñanza y las formas de adquirir conocimiento. En el aula, el profesor, sus ayudantes, mozos y bedeles y, finalmente, los alumnos, ocupaban posiciones fijas, estratos que marcaban relaciones sociales jerárquicas. A su vez, el aula compendiaba, a través de las actividades y prácticas desarrolladas por los protagonistas mencionados, el conocimiento generado, coleccionado y archivado en otros lugares de la facultad, tales como la biblioteca, el museo, el laboratorio, la sala de disección y la clínica. En el aula, el proyector y las imágenes se sitúan como intermediarios entre profesorado y estudiantes. Otros recursos visuales conviven con ello: láminas y carteles cuelgan de las paredes, piezas naturales y modelos artificiales se hallan dispuestos en vitrinas o se traen de los museos universitarios, además de encerados móviles y mesas de demostración, puesto que la introducción de una “innovación docente” rara vez supone el brusco abandono de las metodologías tradicionales.

“Kodak Educación Visual”, George St, Sydney, 1933-1938. Material de educación visual para escuelas. Museums Victoria Courtesy of Kodak (Australasia) Pty Ltd.

Las fotografías de las aulas de principios del siglo XX confirman el triunfo de lo visual en el aula, la centralidad de la mirada, la liturgia de la observación. En la experiencia sensorial del alumno en el aula, si bien las capacidades auditivas y táctiles se pusieron en juego, en diferente grado, la vista adquirió un papel preponderante. Todo en el aula estaba dispuesto para dirigir la mirada del estudiante, para enseñarle a mirar. En ese espacio, por tanto, tenía lugar una formación disciplinante.

En las últimas décadas, la historia de la ciencia ha establecido un diálogo fecundo con la historia de la educación y con los estudios visuales y de cultura material, de tal manera que ha demostrado cómo las prácticas didácticas han jugado un papel central en el proceso que llevó al desarrollo de las disciplinas científicas en el mundo contemporáneo. Un reflejo elocuente de esta novedad es la proliferación y pluralidad de los objetos de estudio: libros de texto, prácticas pedagógicas en diferentes espacios de formación, instrumentos y aparatos de proyección, atlas, placas de vidrio, diapositivas, etc. Un arsenal de fuentes históricas que ayudan a la reconstrucción de la ingente cultura material de la ciencia en los últimos doscientos años. El resultado conseguido hasta ahora pone de manifiesto la dimensión política, social y económica de la educación científica y su relevancia en la construcción de la sociedad capitalista contemporánea.

 

 

Alfons Zarzoso
Museu d’Història de la Medicina de Catalunya

Begoña Torres
Societat Catalana d’Història de la Medicina

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

Jonathan Crary, Las técnicas del observador. Visión y modernidad en el siglo XIX, Murcia, CENDEAC, 2008.

Oliver Gaycken, “Introduction on displaying knowledge: intermedial education”, Early Popular Visual Culture, 13 (4) 2015: 249-255.

Cristina Grasseni, ed. Skilled visions: between apprenticeship and standards, New York-Oxford, Berghahn Books, 2007.

Estudios

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Frank Kessler, Sabine Lenk, “`… no solo para contar, sino también para mostrar, para mostra mucho…´ La linterna mágica como herramienta de enseñanza en la historia del arte alrededor de 1900”, Fonseca, Journal of Communication, 16, 2018, 46-59.

Carmen López et al, “The projection of images in the Spanish secondary school classrooms in the first third of the 20th Century”, Fonseca, Journal of Communication, 16, 2018, 31-45.

Aránzazu Lana Celaya, Ruth Lòpez Campos, Rosa Mª Martín Latorre, “La enseñanza a través de la imagen proyectada: placas para linterna mágica en las ciencias exactas, físicas y naturales” In Actes de la VIII Trobada d’Història de la Ciència i de la Tècnica. Barcelona, 2006, 307-314.

Rosa Mª Castejón, Josep Pons, “Las placas de linterna del departamento de geografía de la universidad de Barcelona”, Ar@cne. Revista electrónica de recursos en internet Sobre geografía y ciencias sociales. Universidad de Barcelona. 178, 2013.

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V.C. Hollman, “Glass lantern slides and visual instruction for school teachers in early twentieth-century Argentina”, Early Visual Popular Culture, 14 (1), 2016: 1-15.

Pedro L. Moreno Martínez; Antonio Viñao Frago, eds. Imagen y educación: marketing, comercialización y didáctica (España, siglo XX), Madrid, Editorial Morata, 2017.

Páginas de internet y otros recursos

Gallica, Biblioteca Nacional de Francia permite el acceso a los catálogos de Émile Deyrolle. Disponible en este enlace.

Red Digital de Colecciones de Museos de España, Museos Pedagógicos. Disponible en este enlace.

CEIMES, Ciencia y Educación en los Institutos Madrileños de Enseñanza Secundaria (1837-1936). Disponible en este enlace.

Museu del Cinema de Girona. Disponible en este enlace.