—La transformación del régimen de producción de saberes y la historia como herramienta para reflexionar sobre el presente y el futuro de las ciencias.—

 

La historia de la ciencia es una rama de la historiografía relativamente joven, pero con una amplia y variada tradición, tal y como se ha visto en anteriores apartados. De hecho, en su afán por comprender la evolución histórica de las ciencias, los profesionales de la disciplina han tratado de caracterizar el modo en que se ha producido el conocimiento científico haciendo uso de diversas aproximaciones. Entre los planteamientos más recientes se encuentran los del historiador de la ciencia francés Dominique Pestre, quien en el marco de sus estudios acerca de las relaciones entre la política, los mercados y la construcción de conocimiento científico, desarrolló la noción de régimen de producción de saberes. Dicho concepto hace referencia a los diferentes elementos, entre los que se incluyen instituciones, creencias, prácticas y regulaciones políticas y económicas, que delimitan el lugar y el modo de ser de la ciencia, haciendo de ella una categoría dinámica, con una estructura compleja y sin reglas estrictas ni predeterminadas que sólo puede ser descrita atendiendo a una mirada histórica.

Pruebas de presión hidráulica para obuses de acero fundido (1916). Ministère de la Culture (France).

La existencia de diferentes regímenes de producción de saberes a lo largo de la historia permite representar grandes variaciones en el modo de producción del conocimiento científico y sus relaciones con la sociedad. Se trata de procesos complejos que se realizan de manera continua a través de elementos cuyas relaciones se van reconfigurando con el paso del tiempo. Por ejemplo, lejos de aceptar que la ciencia gozó de autonomía e independencia hasta las décadas finales del siglo XX, las investigaciones en historia de la ciencia muestran cómo la creación y la circulación del conocimiento científico ha estado, al menos desde el Renacimiento, estrechamente relacionadas con motivaciones políticas e ideológicas, así como con factores económicos de diverso tipo. En otras palabras, el desarrollo científico, médico y tecnológico ha estado moldeado por un contexto histórico en el que han mediado diversos ingredientes, entre los que figuran los discursos hegemónicos, los valores sociales, las prácticas y las normas predominantes, regulaciones políticas, etc. Para la historia de la ciencia resulta, por tanto, muy relevante el análisis de los modos cambiantes de articular y regular la producción científica para pensar históricamente los cambios en el régimen de producción de saberes.

Línea de producción de aviones de combate de la Bell Aircraft Corporation en Wheatfield, Nueva York (1940-1945). Wikimedia.

De este modo, bajo estas premisas, resulta posible abordar las complejas y variables relaciones entre ciencia y poder político y militar, unos vínculos existentes desde tiempo atrás, pero que se redefinieron a lo largo del siglo XX para adquirir unas características propias y diferenciadas. Sin duda, las dos grandes guerras del siglo XX permiten profundizar en el modo en que se establecieron los vínculos entre tecnociencia e industria militar. Por un lado, la Primera Guerra Mundial, caracterizada como una guerra industrial a gran escala entre naciones industrializadas, supuso el nacimiento de un complejo militar-industrial que sirvió de estímulo para la economía corporativa moderna. No en vano, productores de municiones como Brunner, Mond y Nobel gozaron de una enorme inyección de fondos públicos. Empezaba a vislumbrarse cómo la inversión pública en ciencia garantizaba réditos a las naciones.

«Átomos poderosos», ilustración publicada en el Chicago Tribune en 1945. Nuclear Secrecy.

Del mismo modo, la Segunda Guerra Mundial jugó un papel decisivo en la imagen que se proyectó y la importancia que adquirieron la ciencia y los científicos. De hecho, al finalizar la contienda se consolidó e institucionalizó la investigación con fines militares, con el fin de lograr la superioridad tecnológica que ofrecía la ciencia y que era capaz (o al menos así se percibía) de asegurar el dominio militar. Algo que muchos científicos y responsables académicos vieron con buenos ojos, puesto que supuso una importante inyección de recursos económicos para la investigación, a costa, eso sí, de que se difuminaran las fronteras entre investigación civil y militar. En ese sentido, la industria armamentística fundió parcialmente sus objetivos y procedimientos con los de la investigación científico-tecnológica, con el beneplácito de esta última.

Todos estos factores condujeron en las últimas décadas del siglo del siglo XX, a una transformación del régimen de producción de saberes que alteró el equilibrio entre la ciencia pública y la ciencia privada e industrial. El auge de los mercados financieros y la aparición de nuevos organismos supranacionales no sólo menguaron las funciones de los Estados y modificaron los mecanismos tradicionales de legitimación, sino que también convirtieron a la tecnociencia, vinculada orgánicamente con el mundo industrial, en un bien financiero que controlar para triunfar. Entender el modo en que históricamente se han articulado estas relaciones y alianzas entre la ciencia y la tecnología y los poderes políticos y económicos permite también comprender mejor el mundo en el que vivimos, al tiempo que sirve para plantear una reflexión final acerca de para qué sirve la historia. Tal y como ponen de manifiesto de diverso modo los capítulos dedicados a otras épocas, el conocimiento histórico puede ser tremendamente útil para iluminar debates sobre políticas públicas y legislaciones vigentes. La historia permite identificar los acontecimientos actuales en el marco de procesos de larga duración, a menudo afectados por una gran complejidad, bajo la presión de intereses políticos y económicos, así como fuerzas sociales y culturales muy diversas. El análisis histórico permite la búsqueda de patrones, rupturas y continuidades, la integración de múltiples contextos y el estudio de interacciones complejas entre las diversas sociedades y culturas con la ciencia, la tecnología y la medicina de cada momento. De este modo, a través del estudio de la complejidad, se pueden cuestionar muchos mitos que impiden pensar adecuadamente las situaciones del presente. Además de planteamientos abiertamente cientificistas y de la ideología de la modernización, la mitología acerca del saber científico sigue presente en muchos discursos y textos de divulgación y enseñanza. Se trata de imágenes que transmiten implícitamente toda una serie de concepciones y valores acerca de la ciencia, la tecnología y la medicina y sus relaciones con la sociedad, la mayor parte de las cuales han sido cuestionadas, cuando no abiertamente rechazadas, por la investigación académica.

«Informe de la bomba atómica, el mayor logro de toda la historia, resultado de los esfuerzos combinados de la ciencia, la industria, la fuerza de trabajo y el ejército», por Clifford Berryman (Paperless Archives, 1945). Paperless Archives.

El proyecto Saberes en acción trata de desmontar las mitologías más frecuentes acerca de la ciencia y presentar nuevos relatos, personajes, espacios y problemas, más acordes con las tendencias recientes en la investigación histórica. A través de este largo viaje en el tiempo, desde el mundo antiguo hasta la actualidad más reciente, se ha puesto de manifiesto que la ciencia, la tecnología y la medicina son actividades sociales cuyo desarrollo responde a normas y valores característicos de entornos históricos concretos. Son formas de saber y hacer íntimamente vinculadas a rasgos sociales, políticos y culturales que también contribuyen a moldear. Los capítulos del segundo volumen del proyecto ofrecerán más ejemplos en esta dirección a través de varios temas transversales de largo recorrido. De este modo, a través de esta doble aproximación cronológica y temática, el proyecto Saberes en acción permite establecer un diálogo fructífero entre pasado y presente de la ciencia, la tecnología y la medicina. La historia permite explorar, analizar y entender mejor la coproducción de todas estas actividades y, de este modo, ofrecer ingredientes para reflexionar críticamente acerca de muchos de los problemas del presente y tratar de imaginar un futuro mejor.

 

 

Pedro Ruiz-Castell
IILP-UV

 

Cómo citar este artículo:
Ruiz-Castell, Pedro. La ciencia contemporánea. Sabers en acció, 2021-02-26. https://sabersenaccio.iec.cat/es/la-ciencia-contemporanea-es/.

 

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

Joerges, Bernward; Shinn, Terry. Instrumentation Between Science, State and Industry. Dordrecht: Kluwer Academic Publishers; 2001.

Nowotny, Helga; Scott, Peter; Gibbons, Michael. Re-thinking science. Knowledge and the public in an age of uncertainty. Londres: Polity Press; 2001.

Nowotny, Helga; Pestre, Dominique; Schmidt-Assmann, Eberhard; Schulze-Fielitz, Helmuth; Trute, Hans-Heinrich. The public nature of science under assault: Politics, markets, science and the law. Berlín: Springer; 2005.

Pestre, Dominique. Ciencia, dinero y política. Buenos Aires: Nueva Visión; 2005.

Pickstone, John V. Ways of knowing: A new history of science, technology and medicine. Manchester: Manchester University Press, 2000.

Otros recursos

González Silva, Matiana. ¿Con quién dialoga Dominique Pestre? El papel de la historia en los debates sobre la ciencia contemporánea. Dynamis. 2007; 27: 359-367.

Levin, Luciano; Pellegrini, Pablo A. Notas críticas sobre los estudios en ciencia, tecnología y sociedad: entrevista a Dominique Pestre. Redes. 2011; 17 (33): 95-106.

Pestre, Dominique. La production des savoirs entre académies et marché, une relecture historique du livre The New Production of Knowledge. Revue d’économie industrielle. 1997; 79: 163-174.