—Las claves culturales y sociopolíticas de una nueva especialidad médica.—
A finales del siglo XVIII, el médico escocés Alexander Crichton se lamentaba de la poca atención que había recibido hasta entonces (especialmente, entre sus colegas de profesión) el estudio de las alteraciones de la mente, “tan comunes en las naciones civilizadas y universalmente deploradas como la mayor calamidad que aflige al género humano”; por ese motivo, decía, él mismo había decidido emprender –“con la libertad y el espíritu de un historiador de la naturaleza”– un análisis detallado de los “fenómenos mórbidos de la mente humana”. Poco después, el médico francés Philippe Pinel elogiaba “los esfuerzos” de Crichton “por llenar este vacío de la ciencia médica” con su “penetración en las diferentes operaciones del entendimiento consideradas conjuntamente con las lesiones que alteran su libre ejercicio”, pues solo procediendo de este modo, señalaba, cabía esperar “progresos en la doctrina de la enajenación del alma”. Y, unos años más tarde, el discípulo de Pinel Jean-Étienne-Dominique Esquirol abría una de sus primeras obras con un célebre fragmento que compendia de una manera muy elocuente las implicaciones del novedoso planteamiento de Crichton y su maestro:
“¡Cuántas meditaciones se ofrecen al filósofo que, apartándose del tumulto del mundo, recorre un asilo para alienados! Allí encontrará las mismas ideas, los mismos errores, las mismas pasiones, los mismos infortunios: todo es como en el mundo mismo. Pero, en un asilo, los rasgos son más fuertes, los matices más acusados, los colores más vivos, los efectos más claros, porque el hombre se muestra en toda su desnudez, porque no encubre sus pensamientos, porque no oculta sus defectos, porque no presta a sus pasiones el encanto que seduce, ni a sus vicios la apariencia que engaña”.
Estos testimonios, muy conocidos en el ámbito de la historia de la psiquiatría, avalan, en primer lugar, la apreciación según la cual el surgimiento de esta nueva especialidad médica resulta inseparable de la conversión de la figura tradicional del loco en lo que podríamos denominar un sujeto psicológico –y, en suma, de una progresiva incursión y apropiación discursiva del ámbito del psiquismo por parte de la medicina–. Pero, asimismo, si –como señala Esquirol– la locura se manifiesta en “ideas, errores, pasiones e infortunios” que solo se diferencian de lo que puede encontrarse en el “tumulto del mundo” por una cuestión de grado, el loco ya no remite a una alteridad completa e irreversible, sino que se halla en una relación de continuidad con respecto al cuerdo (con el que, en definitiva, comparte las mismas estructuras mentales). De este modo, pues, la cristalización histórica de los discursos y las prácticas de la medicina mental a caballo entre el siglo XVIII y el XIX puede verse como un proceso estrechamente vinculado, por un lado, con la paulatina conformación de las estructuras y atributos de la individualidad y la subjetividad moderna, y, por el otro, con el progresivo despliegue del ideario democrático que impulsó las revoluciones políticas de la época.
Con respecto al primer punto, es bien sabido que, disolviendo las ataduras estamentales o gremiales y los viejos órdenes de experiencia basados en la jerarquía y el rango, la nueva sociedad burguesa trajo consigo una conciencia individualista que alentó nuevos ideales de autonomía y emancipación, pero también la creciente proyección cultural de una subjetividad definida por la reflexividad, el cultivo de la interioridad y la adscripción de las claves de la identidad personal al ámbito del psiquismo. Esta centralidad del sujeto o el yo fue activamente promovida por una marcada escisión entre la esfera pública y la privada que condujo a una progresiva inserción de la vida familiar e interpersonal en los cada vez más extensos dominios de la privacidad. Al mismo tiempo, se difundieron una serie de prácticas relacionadas con la introspección o el registro de estados subjetivos (cartas, diarios íntimos, autobiografías, confesiones, etc.) y la creación literaria y artística empezó a pivotar alrededor de las vicisitudes de una individualidad desbordante, pero atenazada por la experiencia de su propia precariedad. Sin duda, estas son las coordenadas en las que hay que situar la eclosión del interés por el conocimiento psicológico en la sociedad europea del tránsito a la modernidad, así como el desarrollo de diversas doctrinas y formulaciones teóricas en torno al psiquismo que, con el tiempo, darían paso a la propia creación e institucionalización de la psicología como disciplina científica.
Asimismo, cabe recordar que, movilizando al individuo y haciéndolo partícipe de la identidad abstracta del ciudadano, la modernidad siempre se ha entendido a sí misma como un horizonte histórico y cultural destinado a erradicar la alteridad. A mediados del siglo XVIII, la corte y los salones parisinos acogían, con una curiosa mezcla de arrogancia y fascinación, la exhibición de indígenas reclutados por naturalistas y viajeros, al tiempo que londinenses ociosos se acercaban al viejo Hospital de Bethlem a contemplar, por un módico precio, el grotesco e inefable espectáculo de la locura. Pocas décadas después, el conocimiento empírico de los pueblos, las costumbres o las razas se había convertido en uno de los ejes fundamentales del saber posrevolucionario, mientras los alienistas acudían al encuentro de los locos movidos por un novedoso afán reeducador, disponían el nuevo espacio disciplinar del manicomio y se proponían esclarecer de forma concluyente el asiento de su mal mediante un examen detenido de sus órganos. Ambos casos son muy indicativos de la naturaleza esencialmente inclusiva (y totalitaria) del proyecto moderno e ilustrado, cuya invención de la “humanidad” resulta inseparable –como mostró el filósofo francés Michel Foucault– de un sofisticado programa de gestión de la diferencia por medio de complejos dispositivos de saber/poder.
En este sentido, no son pocos los autores que han destacado de un modo u otro el papel germinal de todo este entramado cultural y sociopolítico en el surgimiento del programa de conocimiento y manejo institucional de la locura encarnado por la psiquiatría y el manicomio. Así, por ejemplo, la psiquiatra francesa Gladys Swain revisó los supuestos implícitos en la nueva comprensión psicológica de la locura de Pinel y otros pioneros. Redefiniendo la locura como “alienación”, pero advirtiendo en el delirio la presencia invariable de un fondo de razón posibilitador de su reversión, la novedad esencial introducida por el alienismo habría consistido en una suerte de transposición al campo de la locura de un reconocimiento cultural de mayor alcance: la escisión constitutiva del individuo moderno y el desplazamiento de la alteridad hacia el interior de su psiquismo.
Por su parte, la historiadora alemana Doris Kaufmann abordó los primeros pasos de la medicina mental en su país en función de la creciente tematización en la opinión pública ilustrada de los atributos y la problematicidad de un yo concebido como una esfera autónoma y soberana, pero expuesta a una larga serie de amenazas y líneas de fractura. Desde este punto de vista, la psiquiatría habría consistido antes que nada en una empresa destinada a establecer sobre un nuevo fundamento la delimitación del yo frente a “lo otro” de la razón, de manera que su génesis como actor histórico y social bien puede entenderse como un correlato científico e institucional de la propia reflexividad burguesa. Así pues, sea bajo la forma de un reconocimiento integrador o de un proyecto más bien reactivo, parece claro que, desde sus mismos orígenes, la medicina mental fue deudora de un contexto cultural atravesado por la prominencia y la conflictividad de una subjetividad obligada a construirse, narrarse y confrontarse con su propia vulnerabilidad e irracionalidad, hasta el punto de identificar la locura como un fracaso potencialmente universal y constitutivo de lo humano.
Sobre este telón de fondo, el desarrollo de la psiquiatría como una nueva disciplina médica se consumó a lo largo de la primera mitad del siglo XIX en un proceso que ha sido caracterizado como una cuádruple síntesis: institucional (con la creación de asilos de nuevo cuño para enfermos mentales), legal (con la promulgación de disposiciones relativas al internamiento en esos asilos), teórica (con la elaboración progresiva del conocimiento psicopatológico) y práctica (con la confrontación con la alteridad psíquica por parte de nuevos expertos en el marco experiencial de los nuevos asilos). Como es lógico, el ritmo y el vigor de dicho proceso fue inicialmente muy desigual en distintos contextos nacionales (e incluso regionales y locales), pero a finales del Ochocientos se hallaba ya relativamente consolidado en la mayor parte de los países occidentales. Y desde ese momento, como bien sabemos, los discursos y las prácticas de la medicina mental no han dejado de acompañar, en franca progresión, al paulatino despliegue de la sociedad y la cultura contemporáneas.
Enric Novella
IILP-UV
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Lecturas recomendadas
Porter, Roy. Breve historia de la locura. Madrid: Turner; 2003.
Scull, Andrew. La locura. Una breve introducción. Madrid: Alianza; 2013.
Estudios
Álvarez, José María. La invención de las enfermedades mentales. Madrid: Gredos; 2008.
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Foucault, Michel. Historia de la locura en la época clásica. México DF: Fondo de Cultura Económica; 1976.
Gauchet, Marcel; Swain, Gladys. La pratique de l’esprit humain: L’institution asilaire et la révolution démocratique. París: Gallimard; 1980.
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Novella, Enric. La ciencia del alma. Locura y modernidad en la cultura española del siglo XIX. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert; 2013.
Swain, Gladys. Le sujet de la folie: Naissance de la psychiatrie. Toulouse: Privat; 1977.
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Fuentes
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Giné y Partagás, Juan. Tratado teórico-práctico de frenopatología o estudio de las enfermedades mentales. Madrid: Moya y Plaza; 1876.
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Páginas de internet y otros recursos
Advances in the History of Psychology. Blog con noticias, comentarios y recursos relacionados con la historia de la psicología [Accedido 10 Nov 2020]. Disponible en este enlace.
Caire, Michel. Portal “Histoire de la psychiatrie en France” [Accedido 10 Nov 2020]. Disponible en este enlace.
H-MADNESS. Blog con abundante información sobre novedades bibliográficas, recursos y actividades relacionadas con la historia de la psiquiatría [Accedido 10 Nov 2020]. Disponible en este enlace.
Història de la psiquiatria a Catalunya [Accedido Nov 2020]. Exposición virtual accesible en este enlace.