—La intersección de culturas, lenguas y religiones durante la Edad Media: musulmanes, judíos y cristianos en la producción de conocimiento científico.—

 

Debemos tener presente que Europa fue durante la Edad Media un escenario de contactos culturales profundos y diversos. En buena parte de este periodo, musulmanes, judíos y cristianos —muchos de estos últimos, los de Oriente, con grandes diferencias respecto a los de Occidente— convivieron estrechamente, compartieron conocimientos y se enriquecieron mutuamente. Las cruzadas y las guerras, así como los intereses económicos y comerciales, justifican muchos de estos contactos. Tanto si eran unos como otros los sometidos o los dominadores, lo cierto es que la convivencia fue fructífera durante mucho tiempo. También lo es que las oleadas de intransigencia y violencia, particularmente en los reinos tardomedievales, con los pogromos y el desarrollo de la Inquisición, resquebrajaron muchas de estas opciones de intercambio intelectual.

Batalla entre cristianos y musulmanes. Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, nº 63, San Lorenzo del Escorial, s. XIII. Wikipedia.

Los estudios más recientes sobre la ciencia islámica y su influencia sobre la occidental ponen de manifiesto que hubo un espacio privilegiado para este encuentro en la alta Edad Media (siglos XI-XII), esto es, las tierras de Oriente Próximo, escenario de las cruzadas. Por ejemplo, Antioquía, centro cultural de primer orden que fue capturado durante la primera cruzada y que tenía una sociedad rica y cosmopolita, en su mayoría cristiana, generó su propia manera de intercambio intelectual, que implicó a tres lenguas: el griego, el árabe y el latín. En aquel reino cruzado, algunos personajes se dedicaron a la traducción. Las redes comerciales establecidas por los europeos —un ejemplo muy claro es el caso de los pisanos—, fueron uno de los elementos clave en estos procesos de traslado lingüístico. Muchos individuos viajaban a Oriente, donde entraron en contacto con las obras de Galeno, Aristóteles o Tolomeo, y aprovecharon sus conocimientos del griego y del árabe para obtener todos aquellos contenidos inéditos en Occidente. El caso de la medicina es revelador.

La comparación entre los textos utilizados hasta el siglo XII por los médicos árabes frente a los latinos permite afirmar que había una gran diferencia en el dominio de la teoría y de la práctica médicas, antes del movimiento de traducciones que se darían a lo largo de la siguiente centuria. De este modo, los médicos que estuvieron activos en las tierras de Oriente al servicio de los príncipes latinos, ya fueran judíos, cristianos o musulmanes, tenían referencias culturales y científicas diferentes, claramente superiores en el caso de los últimos. ¿Hasta qué punto la confrontación de ambos saberes supuso una transferencia de conocimiento? Cabe pensar que el descubrimiento de la medicina árabe, a menudo más eficaz, con una farmacopea más rica y nutrida de un gran fondo de tratados científicos, suscitó una nueva demanda social a la que los traductores de otros lugares respondieron.

Escuela médica de Salerno, según una miniatura del Canon de Avicena, Biblioteca Universitaria di Bologna, s. XV. Wikipedia.

Al tiempo que las cruzadas se estaban produciendo en Tierra Santa, un movimiento de traducciones hacia el latín estaba teniendo lugar en el sur de Italia, en Salerno, durante el siglo XI, y en Toledo en el siglo XII. Particularmente en este segundo lugar, un colectivo de individuos de muy diversa procedencia y religión, como indican sus nombres, se empeñaron en una ardua labor traductora que permitiría el acceso a muchas fuentes clásicas, desconocidas hasta que no se tomaron del islam. La expansión militar cristiana y sus colonizaciones cambiarían el panorama. En los reinos cristianos de las riberas del Mediterráneo confluyeron las tres religiones, con sus intereses comunes y compartidos alrededor de conocimientos útiles, puestos en práctica en la vida cotidiana. Hay que señalar la profunda admiración que se profesaron médicos y sabios de diversas disciplinas (astrólogos, alquimistas…) de una y otra religión, y la mutua confianza en su competencia por encima de todo. Podemos decir que trabajaron codo con codo para resolver cuestiones de interés general. Un religioso dentro de un monasterio o un clérigo secular podían leer y estimular la traducción y comentar los autores árabes; un paciente de un hospital ‒no lo olvidemos, institución fundamentada en la caritas cristiana y no nacida para la práctica médica‒, podía ser atendido por un empírico musulmán; un noble o un monarca podía buscar en prestigiosos médicos judíos o musulmanes su asistencia, o concederles licencia para ejercer la medicina o la parte del conocimiento en la que destacaran, independientemente de que ellos mismos hubieran dictado prohibiciones relativas al ejercicio de la medicina por estas minorías.

El caso de los médicos judíos resulta particularmente significativo. En numerosos puntos del Occidente europeo, y particularmente en los reinos hispánicos, fueron altamente apreciados por los cristianos, y a menudo nobles y reyes reclamaron sus servicios, aunque siempre la mayor parte de sus médicos, físicos y cirujanos fueran cristianos. También sabemos de médicos cristianos que atendieron a judíos. De lo que no tenemos noticias es de que estos últimos actuaran sobre musulmanes. Con todo, de nada sirvieron las prohibiciones y las continuas interpelaciones de los predicadores para que los pacientes cristianos dejaran de acudir a los médicos judíos. Lo que importaba ante la enfermedad, y lo que guió la decisión de los enfermos, fue la persona, su pericia y su prestigio profesional.

Materia medica de Dioscórides, Topkapu Saray-Museum, Estambul, 1229. Wikimedia.

En los países del Mediterráneo occidental, especialmente la Provenza, el Languedoc y la Corona de Aragón, el sistema de enseñanza escolástico latino se había desarrollado de tal manera que se convirtió en un modelo a imitar y un recurso que debía ser explotado. Al menos así lo vio una minoría racionalista (filósofos naturales o físicos racionalistas) de practicantes de la medicina judíos. Uno de los productos más apreciados por médicos cristianos y judíos fueron los regimina sanitatis, guías para mantener la salud en estado óptimo, dirigidas a las elites. Prueba de ello fueron las diversas traducciones al hebreo realizadas durante la segunda mitad del siglo XIV. Estos textos experimentaron una progresiva difusión entre públicos más amplios que vieron en ellos la posibilidad de gobernar sus vidas de acuerdo a unos principios galenistas. Así pues, la minoría judía supo apreciar explícitamente, sin renunciar a su condición hebrea, los logros intelectuales de la medicina escolástica elaborada por los cristianos entre los siglos XIII al XV, por considerarlos el soporte «científico» de una práctica médica eficaz; un soporte que quedó desposeído de todo contenido doctrinario-religioso y supo quedar reducido a contenidos neutros ideológicamente. Pero también sabemos que, igualmente, los reyes musulmanes de Granada en el siglo XIV apreciaban a los médicos cristianos, y en ocasiones los hicieron llamar para que atendieran sus enfermedades.

Mishné Torá (Maimónides, 1180), manuscrito hebreo sefardí, iluminado por Matteo di Ser Cambio en Perugia en 1400, Biblioteca Nacional de Israel, Jerusalén, c. 1340. Wikipedia.

En el caso del galenismo médico medieval, la lengua árabe se convirtió en un adecuado y riguroso vehículo de comunicación científica que sobrevivió en el sur de Europa hasta el Renacimiento. Aquellos que conocían esta lengua podían acceder a textos médicos, y de cualquier rama del conocimiento que llamaríamos científico, de gran valor práctico. Durante los siglos XII y XII, en los reinos de Castilla y de Aragón circularon manuscritos en árabe. Los usuarios de estos textos fueron miembros de las tres comunidades religiosas que coexistieron en los reinos cristianos de la península Ibérica durante estos siglos. Las tres culturas habían podido armonizar su fe con la filosofía natural aristotélica, no sin arduos debates y tensiones (Alberto Magno y Tomás de Aquino lo lograron en el siglo XIII; Maimónides para el judaísmo el siglo XII; mientras que la cultura islámica hacía ya siglos que lo había conseguido).

Expulsión de los judíos de Francia en 1182, Grandes Chroniques de France (1321). Wikipedia.

Ahora bien, a medida que fue avanzando el siglo XIV, la presión sobre la comunidad judía y musulmana se fue agravando, producto de la instigación de las autoridades religiosas y las limitaciones impuestas por las civiles. Al final del siglo, el asalto a las juderías con crímenes y destrucción de bienes hirió de muerte esta tradición. Algunos médicos y sabios se convirtieron al cristianismo. Su fama continuó. Algunos acabarían siendo condenados por la Inquisición y quemados en la hoguera por criptojudíos. Otros vivieron siempre bajo la sospecha. La comunidad musulmana de la Península Ibérica, que aún luchó por mantener los antiguos conocimientos de su ciencia, acabó por convertirse forzosamente. Los moriscos no pudieron mantener ya aquellos conocimientos de sus antepasados, y poco a poco sus prácticas se degeneraron hacia el mundo de lo creencial, el curanderismo y otras artes que fueron siempre vistas con suspicacias por las autoridades.

 

 

Carmel Ferragud
IILP-UV

 

Cómo citar este artículo:
Ferragud, Carmel. Mundos en contacto. Sabers en acció, 2020-11-25. https://sabersenaccio.iec.cat/es/mundos-en-contacto/.

 

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

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Estudios

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Páginas de internet y otros recursos

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