—La nación sigue siendo una unidad de destino en lo local para la actividad científica y la mentalidad del historiador.—

 

Puede que no sea muy halagador para nuestro orgullo nacional pensar que, si bien en su conjunto nuestra literatura no es superada por la de ninguna otra nación, hay ciertas áreas, como las ciencias físicas y naturales, por ejemplo, en las que es sumamente deficiente, hasta el punto que las publicaciones realizadas en Francia y Alemania, bien traducidas o en su versión original, gozan de una venta inmediata y de una amplia aceptación entre los estudiantes ingleses.

Reseña anónima del manual de Adolphe Ganot Elementary Treatise on Physics. Publicado el 7 de diciembre de 1871 en The Leeds Mercury.

 

La organización ubicua del Estado nación a partir del siglo XIX fomentó tensiones en las comunidades disciplinares internacionales alrededor del sentido de pertenencia, identidad y rivalidad en la empresa del descubrimiento y la conquista científica. El concepto de “nación” es más antiguo y deriva del verbo latino “nasci” (nacer) que comparte con la palabra “naturaleza”. Se aplicó en las universidades medievales europeas a la organización de sus colegios por orígenes geográficos y lenguas de los estudiantes. También se empleó en la República de las Letras, para denominar estilos de pensamiento distintivamente nacionales, o en conceptos como el término “internacional” utilizado por Jeremy Bentham (1748-1832) para la jurisprudencia que desbordaba el Estado gobernado por un único soberano. En la historiografía de la ciencia ha adquirido un lugar primordial, aunque a menudo inconfesado, la concepción de la ciencia como resultado de prácticas vinculadas con Estados nación y culturas nacionales monolíticas. Es un efecto más de los procesos que han configurado en paralelo la ciencia, la historia y sus cruces, y la idiosincrasia de las personas especialistas en historia de la ciencia, una comunidad a menudo marcada por el carácter monolingüe, monocultural y nacional de su formación y vivencias.

En la cita de cabecera, un escritor anónimo remarcaba el desafío al orgullo nacional que supuso que la mayor parte de los manuales de física usados en la Inglaterra victoriana fueran originales o traducciones de tratados extranjeros, sobre todo franceses o alemanes. El volumen de traducciones puede ser un índice del internacionalismo y dinamismo de una cultura lingüística nacional o regional o, por el contrario, un signo de dependencia política entre lenguas, culturas y comunidades. La asociación de lengua con nación y el monolingüismo, sin embargo, se caracterizan por considerar las culturas nacionales como paradigmas inconmensurables que se comunican puntualmente mediante traducción. En este marco, las sociedades multilingües o plurinacionales, y los espacios de hibridación creativa, cotidianos en las fronteras, son considerados anomalías a la norma. El caso de la ciencia, la técnica y la medicina no es una excepción.

Parece un lugar común para la historia de la ciencia que durante el siglo XIX la producción científica francesa, alemana y británica, y en el siglo siguiente la ciencia estadounidense, fueran leídas y traducidas de manera hegemónica en todo el mundo. Analizar el papel de la ciencia en la construcción política e identitaria de estos Estados nación y sus relaciones científicas mutuas es una labor más compleja, por ser tan histórica como historiográfica. La mentalidad nacional es especialmente notable en los científicos europeos del siglo XIX, pero también en la actualidad entre los historiadores de la ciencia. El abordaje preferente de estos casos nos conduce ineludiblemente a un relato eurocéntrico de centros y periferias, pero al mismo tiempo, mediante la deconstrucción de la ciencia nacional y los métodos de la historia comparada, nos puede ayudar a provincializar Europa y ofrecer elementos de reflexión para otras geografías.

De izquierda a derecha, portadas de ediciones francesas, inglesa y española del tratado de física de Adolphe Ganot. Colección privada.

En 1870, en una reseña del tratado Elementary Physics de Balfour Stewart (1828-1887), el catedrático de filosofía natural de la Universidad de Edimburgo, Peter Guthrie Tait (1831-1901), argumentó que aunque hasta el momento los libros británicos de física elemental eran extremadamente malos, “los que han sido traducidos del francés se adaptan poco al carácter de este país, por muy buenos que puedan ser en Francia”. En contraste, alabó el libro de Stewart como auténtico producto de la física británica. Quince años más tarde, Tait arremetió duramente contra el libro Elementary Mechanics de Oliver Lodge (1851-1940). Se preguntaba cómo “un escritor que comenzaba por reconocer su deuda con los trabajos genuinamente científicos de Thomson y Tait, Clerk-Maxwell y Clifford, osaba hacer referencias frecuentes a los folletos meramente ‘populares’ y singularmente incoherentes de Deschanel y Ganot”.

Junto a William Thomson (1824-1907), Tait había propuesto en 1867 el principio de conservación de la energía, teoría poco establecida entonces, pero incluida en el libro de Stewart. James Clerk Maxwell (1831-1879) y William Clifford (1845-1879) compartían con Thomson y Tait una visión marcada por su formación en física matemática en la Universidad de Cambridge y, a pesar de sus logros científicos, una escasa participación en el esfuerzo colectivo de dotar a la física de identidad disciplinar mediante libros de física general para públicos amplios. En contraste, Augustin Privat Deschanel (1821-1883) y especialmente Adolphe Ganot (1804-1887) fueron dos profesores franceses cuyas principales credenciales científicas reposaron en el éxito de sus libros de texto, traducidos a múltiples lenguas, y utilizados mundialmente en la enseñanza introductoria de la física. En su réplica, Lodge refrendó el valor científico del trabajo de Tait y su círculo, pero al mismo tiempo resaltó las cualidades pedagógicas de los textos de Deschanel y Ganot, y cuestionó irónicamente su calificación como libros “foráneos”. A pesar de ser de origen extranjero, su omnipresencia en las aulas británicas los hacían cualquier cosa menos “extraños” para sus estudiantes.

El chovinismo de Tait es conocido en relación a otras polémicas que escindieron la comunidad británica de científicos. Por ejemplo, se enfrentó a John Tyndall (1820-1894) en relación a la autoría del descubrimiento del equivalente mecánico del calor. Tyndall defendió la prioridad del alemán Julius Robert Mayer (1814-1878), también apoyada inicialmente por su compatriota Hermann von Helmholtz (1821-1894). Tait descalificó el trabajo de Mayer, considerándolo experimental y metodológicamente deficiente, y postuló al británico James Joule (1818-1889) como verdadero descubridor. Tyndall se había formado en Alemania y se carteó con Mayer, mientras que Tait mantenía una estrecha relación con Joule, a través de Thomson. En este período, junto a reseñas que celebraban la disponibilidad en Inglaterra de traducciones de libros franceses y alemanes de física y su excelencia como obras introductorias, existieron también críticas que los acusaron de no reflejar suficientemente las aportaciones británicas. También disputas sobre epónimos, como en las leyes vinculadas en Francia a Mariotte y Gay-Lussac, que los británicos asociaron a Boyle y Dalton. No obstante, existió una comunicación fluida entre científicos británicos, franceses y alemanes, y reconocimientos mutuos, que el propio Tait practicó en otros casos. También una reciprocidad de críticas y perspectivas nacionalistas.

Portada de Pierre Duhem, La Théorie physique. Son objet et sa structure (1906). Bibliothèque Nationale de France.

A inicios del siglo XX, Pierre Duhem (1861-1916), físico, historiador y filósofo de la ciencia francés, fue tan despreciativo de las aportaciones de Oliver Lodge, como lo había sido Tait previamente. Pero paradójicamente, focalizó sus críticas en el carácter nacional. Para Duhem, la física británica requería materializar las teorías en modelos mecánicos para hacer comprensibles los fenómenos naturales. En contraste, para un lector francés sería difícil reconocer las analogías entre las propiedades de los aparatos imaginados (mecánicos o algebraicos) y las de la teoría que se trataba de ilustrar. Inversamente, estas analogías eran tan fundamentales para el lector inglés que “la perspectiva del modelo acaba confundiéndose con la comprensión misma de la teoría”. El juicio de Duhem fue más allá de la evaluación de tratados como los de Lodge para abarcar toda la física británica, incluyendo la élite representada por Tait, Thomson o Maxwell, y postulando la existencia de estilos nacionales de pensamiento científico. El chovinismo de Duhem sobre la ciencia alemana y británica fue bastante común –traduciendo las tensiones inherentes a un mundo en que surgieron de manera conectada el Estado nación, las profesiones científicas y la historia como disciplina–.

Las guerras napoleónicas que asolaron Europa a inicios del siglo XIX contribuyeron a reforzar el papel del científico en el desarrollo de las campañas militares y la gestión política de los gobiernos estatales. En territorios como el español, la invasión napoleónica escindió a la población entre patriotas y “afrancesados”, con la participación de cultivadores de la ciencia locales en las funciones políticas del gobierno invasor, mientras las Cortes de Cádiz intentaban establecer un nuevo orden liberal basado en la soberanía política de la “Nación”. La posterior expulsión de los franceses y restablecimiento de la monarquía conllevó el extrañamiento de aquellos que habían ocupado cargos políticos prominentes y la permanencia en el extranjero de científicos que habían salido del país previamente para formarse. La “Guerra del Francés” (guerra de la Independencia Española) y el restablecimiento del Antiguo Régimen tuvieron un papel relevante en la configuración del nacionalismo español y la consolidación del complejo nacional denominado “polémica de la ciencia”, que ha caracterizado la actividad científica española y su historización durante la Edad Contemporánea. En contraste, la nueva filosofía natural surgida en los estados germánicos con el movimiento romántico impugnó el racionalismo de la Ilustración francesa, recrudecido por el avance de las conquistas napoleónicas en su territorio. En pocas décadas contribuyó a producir una ciencia experimental vanguardista que se convirtió en modelo a seguir en todo el continente.

Charles Babbage, Reflections on the Decline of Science in England, and Some of its Causes (1830). Wellcome Library.

A mediados del siglo XIX, el mundo gobernado por Estados nación como Francia y Reino Unido estuvo marcado por una constante observación del otro, materializada en la producción, exhibición y comercialización tecnológica, la creación y comunicación académica de las élites científicas, o las prácticas condecorativas y conmemorativas de la ciencia internacional. Las exposiciones universales o internacionales fueron uno de los foros en que se dirimieron las disputas del orgullo nacional conectando el mundo de la industria y el trabajo con el de la investigación, educación y comunicación de la ciencia. Con motivo de la exposición celebrada en París en 1867, Lyon Playfair (1818-1898), empresario, catedrático de química y asesor político, retomó la polémica iniciada por Charles Babbage (1791-1871) con su Reflections on the Decline of Science in England and some of its Causes (1830). La industria y economía británicas perdían fuelle frente a sus rivales, Francia y Alemania, mientras el Estado no invirtiera de manera decidida en las instituciones de educación e investigación científica y técnica. Análogamente, en 1870, tras la fulminante derrota en la guerra franco-prusiana, voceros de la ciencia experimental como Claude Bernard (1813-1878) o Louis Pasteur (1822-1895) ensalzaron la organización y los recursos de las instituciones educativas y de investigación en los estados alemanes y urgieron tomar las mismas medidas en Francia. Un año más tarde, Alemania se unificó como Estado nación moderno.

La exacerbación del nacionalismo durante las dos guerras mundiales tuvo efectos dramáticos en el colectivo humano de la ciencia, la técnica y la medicina. El ascenso del fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán y el nacionalcatolicismo español produjo fracturas fundamentales en las comunidades científicas alrededor de conceptos inequívocamente nacionales de ciencia al servicio de la represión. El aniquilamiento y la diáspora de la comunidad científica europea contribuyó sin embargo a reforzar la construcción conectada de ciencia y nación en países como Estados Unidos, México o Argentina. La historiografía ha enfatizado los casos de la Alemania nazi, el Japón imperial o la Rusia estalinista como ejemplos patológicos de deformación de la ciencia por el nacionalismo. Estudios revisionistas sobre la ciencia y la técnica en los regímenes dictatoriales en Portugal y España han sugerido la imbricación del fascismo y la ingeniería como modernidades alternativas –en clave nacional–. Por definición, las guerras entre Estados nación han supuesto el colapso de todo internacionalismo más allá de las relaciones entre aliados dentro de cada bando enfrentado. Al mismo tiempo, dentro de cada país conllevaron un constreñimiento forzado de identidades y compromisos nacionales en el que los científicos participaron de manera protagónica. Así, el furor por la ciencia nacional se extendió también entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, configurando políticas científicas y tecnológicas duraderas, en las que el ejercicio identitario de la nación tuvo un papel central.

Plano de la exposición universal de París, 1867. Distribución por paises. Commission Impériale. Rapport sur l’exposition universelle de 1867, à Paris. Paris: Imprimerie impériales, 1869, Planche II. Conservatoire numérique des Arts et Métiers.

El mundo en llamas legado por las dos guerras mundiales propició la organización institucionalizada de dispositivos para el fomento regulado de las complejas relaciones entre Estados nación. La Liga de las Naciones, la Organización de Naciones Unidas, la UNESCO, la Organización Mundial de la Salud o el International Research Council (posteriormente International Council of Scientific Unions) fueron algunas de esas organizaciones. El marco institucional de la última sirvió de apoyo a organizaciones como la International Astronomical Union, la International Union of Geodesy and Geophysics, la International Union of Applied and Pure Chemistry y la International Union of Applied and Pure Physics. La historia de la ciencia tuvo también su parte, con la Académie internationale d’histoire des sciences y la Union internationale d’histoire des sciences (actualmente Division of History of Science and Technology de la International Union of History and Philosophy of Science and Technology). En todas ellas, el espíritu internacionalista que guió la recuperación postbélica del espíritu cooperativo de la ciencia se estructuró por agregación de representantes elegidos por cada Estado nación.

Primera conferencia de la International Atomic Energy Agency (Viena, 1-23 octubre 1957), con participación de 57 delegaciones nacionales. IAEA.

El Estado nación ha sido reiteradamente dado por difunto y sin embargo sigue vivito y coleando, marcando las prácticas científicas y la vida de los ciudadanos en la era de la globalización –como claramente demostró la pandemia de Covid-19 declarada en 2020–. Interviene no sólo en los asuntos terrestres, sino también en el derecho marítimo y las crecientes disputas por la soberanía sobre el espacio exterior. Las historias nacionales de la ciencia que protagonizaron la disciplina entre los siglos XIX y XX son rechazadas hoy en día en favor de otras tendencias. El Estado nación sigue sin embargo omnipresente, porque estructura la realidad diaria de la ciudadanía y también de las personas especialistas en historia, a través de su escolarización, formación, carrera profesional y proyectos de vida. Bastará abrir cualquier manual o navegar por cualquier curso en línea de historia de la ciencia para constatar rápidamente la presencia, implícita o explícita, del cariz nacional en su estructura, relato y sesgos. El actual furor de los historiadores de la ciencia por subirse al tren de las perspectivas transnacionales o globales está más que justificado, dado su preocupante retraso y la urgencia de deshacerse de los prejuicios nacionales. Sin embargo, para superar la lógica implacable de la nación quizá haya que comenzar laboriosamente por hacerla explícita, conocerla y problematizarla sin tregua.

 

 

Josep Simon
IILP-UV

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

Herran, Néstor. Science and Nation. In: Simon, Josep; Herran, Néstor (eds.). Beyond Borders: Fresh Perspectives in History of Science. Newcastle: Cambridge Scholars Press; 2008, p. 237-247.

Schroeder-Gudehus, Brigitte. Nationalism and Internationalism. In: Olby, R. C.; Cantor, G. N.; Christie, J. R. R.; Hodge, M. J. S. (eds.). Companion to the History of Modern Science. London: Routledge; 1990, p. 909-919.

Crawford, Elizabeth. Nationalism and Internationalism in Science, 1880-1939. Four Studies of the Nobel Population. Cambridge: Cambridge University Press; 1992.

Anderson, Benedict. Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism. London: Verso; 2006.

Estudios

Ash, Mitchell G.; Surman, Jan (eds.). The Nationalization of Scientific Knowledge in the Habsburg Empire, 1848-1918. Basingstoke: Palgrave Macmillan; 2012.

Billig, Michael. Banal Nationalism. London: Sage Publications; 1995.

Burton, Antoinette. When Was Britain? Nostalgia for the Nation at the End of the “American Century”. Journal of Modern History. 2003; 75 (2): 359–374.

Burton, A. Who Needs the Nation? Interrogating “British” History. Journal of Historical Sociology. 1997; 10 (3): 227–249.

Carroll, Patrick. Science, Culture, and Modern State Formation. Berkeley: University of California Press; 2006.

Chakrabarty, Dipesh. Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Historical Difference. Princeton: Princeton University Press; 2000.

Chatterjee, Partha. The Nation and its Fragments: Colonial and Postcolonial Histories. Princeton: Princeton University Press; 1993.

Coen, Deborah R. Rise, Grubenhund: On Provincializing Kuhn. Modern Intellectual History. 2012; 9 (1): 109-126.

Crosland, Maurice. Presidential Address: History of Science in a National Context. British Journal for the History of Science. 1977; 10 (2): 95-113.

Duara, Prasenjit. Rescuing History from the Nation: Questioning Narratives of Modern China. Chicago: University of Chicago; 1997.

Cubitt, Geoffrey (ed.). Imagining Nations. Manchester: Manchester University Press; 1998.

Daston, Lorraine. Nationalism and Scientific Neutrality under Napoleon. In: Frängsmyr, Tore (ed.), Solomon’s House Revisited: The Organization and Institutionalization of Science. Canton, MA: Science History Publications; 1990, p. 99-115.

Edgerton, David. Science in the United Kingdom. A Study in the Nationalization of Science. In: Krige, John; Pestre, Dominique (eds.). Science in the Twentieth Century. Amsterdam: Harwood Academic Publishers; 1997, p. 759-776.

Edgerton, David. The Rise and Fall of the British Nation: A Twentieth-Century History. London: Allen Lane; 2018.

Gellner, Ernest. Nations and Nationalism. Ithaca, NY: Cornell University Press; 1983.

Gingerich, Owen. The Copernican Quinquecentennial and Its Predecessors: Historical Insights and National Agendas. Osiris. 1999; 14 (1): 37-60.

Gooday, Graeme. Lies, Damned Lies and Declinism: Lyon Playfair, the Paris 1867 Exhibition and the Contested Rethorics of Scientific Education and Industrial Performance. In: Inkster, I.; Griffin, C.; Hill, J.; Rowbotham, J. (eds.). The Golden Age. Essays in British Social and Economical History, 1850-1870; 2000, p. 105-120.

Gorbach, Frida; López Beltrán, Carlos (eds.). Saberes locales. Ensayos sobre historia de la ciencia en América Latina. Zamora, Mich.: Colegio de Michoacán; 2008.

Gorbach, Frida. La nación en contexto. Reflexiones en torno a la historia de la ciencia en México. En: Mateos, G.; Suárez-Díaz, E. (comps.). Aproximaciones a lo local y lo global: América Latina en la historia de la ciencia contemporánea. México D.F.: Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano; 2016, p. 301-321.

Harrison, Carol E.; Johnson, Ann (eds). Science and National Identity. Osiris. 2009; 24 (1): 1-308.

Harwood, Jonathan. Styles of Scientific Thought: The German Genetics Community, 1900-1933. Chicago: University of Chicago Press; 1993.

Hecht, Gabrielle. The Radiance of France: Nuclear Power and National identity after World War II. Cambridge, Mass.: MIT Press; 1998.

Hentschel, Klaus. The Mental Aftermath: The Mentality of German Physicists, 1945-1949. Oxford: Oxford University Press; 2007.

Hessenbruch, Arne. Bottlenecks: 18th Century Science and the Nation State. In: Lértora Mendoza, Celina A.; Nicolaidis, Efthymios; Vandersmissen, Jan (eds.). The Spread of the Scientific Revolution in the European Periphery, Latin America and East Asia. Turnhout: Brepols; 2000, p. 11-31.

Hobsbwam, Eric. Nations and Nationalism since 1780: Programme, Myth, Reality. Cambridge University Press; 1990.

Jordanova, Ludmilla. “Science and National Identity”. In Chartier, R.; Corsi, P. (eds.). Sciences et langues en Europe. Paris: École des Hautes Études en Sciences Sociales; 1996, p. 221-231.

Lekan, Thomas M. Imagining the Nation in Nature: Landscape Preservation and German Identity, 1885–1945. Cambridge, MA: Harvard University Press; 2004.

Macedo, Marta. Projectar e Construir a Nação: Engenheiros, ciência e território em Portugal no século XIX. Lisboa: Imprensa de Ciências Sociais; 2012.

Minor, Adriana. Manuel Sandoval Vallarta: The Rise and Fall of a Transnational Actor at the Crossroad of WWII Science Mobilization. In: Krige, John. How Knowledge Moves: Writing the Transnational History of Science and Technology. Chicago: Chicago University Press; 2019, p. 227-253.

Mizuno, Hiromi. Science for the Empire: Scientific Nationalism in Modern Japan. Stanford: Stanford University Press; 2008.

Nye, Mary J. National Styles? French and English Chemistry in the Nineteenth and Early Twentieth Centuries. Osiris. 1993; 8: 30-49.

Paul, Harry W. The Sorcerer’s Apprentice. The French Scientists’ Image of German Science, 1840-1919. Gainesville: University of Florida Press; 1972.

Pritchard, Sara B. Confluence: The Nature of Technology and the Remaking of the Rhône. Cambridge, MA: Harvard University Press; 2011.

Pyenson, L. An End to National Science: Extension of Local Knowledge. History of Science. 2002; 40 (3): 251-290.

Rocke, Alan J. Nationalizing Science: Adolphe Wurtz and the Battle for French Chemistry. Cambridge, MA: MIT Press; 2000.

Roberts, Peder; Paglia, Eric. Science as National Belonging: The Construction of Svalbard as a Norwegian Space. Social Studies of Science. 2016; 46 (6): 894-911.

Rufer, Mario (coord.). Nación y diferencia: Procesos de identificación y formaciones de otredad en contextos poscoloniales. México D. F.: Editorial Itaca; Promep; Conacyt; 2012.

Russell, Mark A. Steamship Nationalism: Ocean Liners and National Identity in Imperial Germany and the Atlantic World. London: Routledge; 2020.

Simon, Josep. Communicating Physics: The Production, Circulation and Appropriation of Ganot’s Textbooks in France and England, 1851-1887. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press; 2016.

Simon, Josep. The Transnational Physical Science Study Committee: The Evolving Nation in the World of Science and Education (1945-1975). In Krige, J. (ed.). How Knowledge Moves: Writing the Transnational History of Science and Technology. Chicago: University of Chicago Press; 2019, p. 308-342.

Simon, Josep; Herran, Néstor. Introduction. In: Simon, J.; Herran, N. (eds). Beyond Borders: Fresh Perspectives in History of Science. Newcastle: Cambridge Scholars Publishing; 2008, p. 1-23.

Sluga, Glenda. Internationalism in the Age of Nationalism. Philadelphia: University of Pennsylvania Press; 2013.

Vaughan, Mary K.; Lewis, Stephen E. (eds.). The Eagle and the Virgin: Nation and Cultural Revolution in Mexico, 1920–1940. Durham, NC: Duke University Press; 2006.

Fuentes

Babbage, Charles. Reflections on the Decline of Science in England, and Some of its Causes. London: B. Fellowes; 1830. Disponible en este enlace.

Bernard, Claude. Rapport sur les progrès et la marche de la physiologie générale en France. Paris: Imprimerie Impériales; 1867. Disponible en este enlace.

Pasteur, Louis. Le budget de la science. Paris: Gauthiers-Villars; 1868. Disponible en este enlace.

Renant, Ernest. Qu’est-ce qu’une nation? Paris: Calmann Lévy; 1882. Disponible en este enlace.

Du Bois-Reymond, Emil. Über das Nationalgefühl. In der Sitzung der Akademie der Wissenschaften zur Geburtstagsfeier des Kaisers und Königs am 28. März 1878 gehaltene Rede. In: Du Bois-Reymond, Estelle. Reden von Emil du Bois-Reymond in zwei Bänden. Erster Band. 2. vervollständigte Auflage. Leipzig: Veit & Comp; 1912, P. 654-677. Disponible en este enlace.

Hentschel, Klaus (ed.). Physics and National Socialism: An Anthology of Sources. Switzerland: Birkhäuer; 1996.

Menéndez Pelayo, Marcelino. La ciencia española. Santander: Consejo Superior de Investigaciones Científicas; 1953-1954 [1887, 3a ed.], Tomos 1, 2 y 3.

Ramón y Cajal, Santiago. Deberes del Estado en relación con la producción científica. En: Reglas y consejos sobre investigación científica (Los tónicos de la voluntad). Madrid; 1916, 3a edición. Disponible en este enlace.

García Camarero, Ernesto; García Camarero, Enrique (eds.). La polémica de la ciencia española. Madrid: Alianza; 1970.

Montgomery, Georgina M.; Largent, Mark A. (eds.). A Companion to the History of American Science. Chichester: Wiley Blackwell; 2016.

Bowler, Peter J.; Morus, Iwan Rhys. Panorama general de la ciencia moderna. Barcelona: Crítica; 2007.

Fara, Patricia. Breve historia de la ciencia. Barcelona: Ariel; 2009.

Páginas de internet y otros recursos

Simon, Josep. Shaping Physics in the Three Nations: Ganot King, and the Republic of Physics Readers. Washington D.C.: Library of Congress; 2011, 24 de marzo. Disponible en este enlace.

Florensa, Clara. Interview with Peter Bowler. En: Communicating Science: Pleasures and Pitfalls of Historical Narrative. Barcelona: Societat Catalana d’Història de la Ciència; 2011, 17 de febrero.

Edgerton, David. Entrevista. En: En Temps de Covid-19. Barcelona, Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica; 2020, 7 de mayo.

Baldwin, Peter. Entrevista. En: En Temps de Covid-19. Barcelona, Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica; 2020, 16 de septiembre.

Duančić, Vedran; Gibson, Catherine; Gabrijelčič, Luka Lisjak; Surman, Jan. Geography and Nationalist Visions of Interwar Yugoslavia. HPS.CESEE (History of Science in Central, Eastern, and Southeastern Europe); 2021, 14 de mayo. Disponible en este enlace.

Pym, Anthony. What is Translation Studies? Wien: Wien Universität; 2015, 15 de marzo. Disponible en este enlace.