—Mujeres y plebeyos en la democratización de la ciencia.—

 

Entre 1797 y 1803, la prensa cotidiana dio puntual noticia de las funciones científicas organizadas en el Coliseo de los Caños del Peral de Madrid, en el Coliseo de Comedias de Valencia o en el Teatro de Santa Creu de Barcelona por un tal Francisco Bienvenido, tal y como rebautizaron en estos medios al francés François Bienvenu (1758-1831). Para el deleite, la instrucción o el interés práctico de sus visitantes, Bienvenu combinaba varios tipos de demostraciones: fenómenos neumáticos recientemente descubiertos y explicados por las nuevas teorías químicas, interesantes aplicaciones prácticas de la química al análisis de aguas y vinos, y un sinfín de fenómenos eléctricos y magnéticos de gran espectacularidad. Por si esto fuera poco, también incluía ilusiones fantasmagóricas, producidas con linternas mágicas y máquinas catóptricas, y experimentos con animales vivos y muertos a los que sometía a descargas eléctricas o la acción de los nuevos gases. Se puede fácilmente imaginar la sorpresa del público de sus representaciones científicas. Además de las funciones, las personas interesadas eran invitadas a inscribirse en cursos más reducidos, impartidos en su residencia privada, con horarios y contenidos adaptados a los asistentes. Y, para quienes quisieran reproducir en sus casas tales experiencias o profundizar en estos temas por su cuenta y riesgo, Bienvenu ponía a su disposición una amplia gama de versiones de sus aparatos, construidas por él mismo y vendidas a un precio asequible para las personas más opulentas de su público. También se ofrecía como intermediario para la importación desde París de otros modelos anunciados en su catálogo. La atención postventa estaba también garantizada. El propio Bienvenu se ofrecía para la reparación y mejora de aparatos estropeados o anticuados que sus clientes quisieran poner a punto.

Demostrador itinerante ofreciendo «electrizar por un chelín» en Hamburgo, a finales de 1755. (Dibujo de Cornelius Suhr, ca. 1808). Akg images.

El éxito de sus funciones, cursos y negocios debió de ser grande, si atendemos a la repercusión que tuvieron en la prensa cotidiana. Es posible encontrar más de medio millar de noticias de su paso por la Península Ibérica, donde realizó sus funciones en Cádiz, Sevilla, Barcelona, Valencia y Madrid. Las noticias de prensa ofrecen testimonio de la nutrida afluencia a sus cursos, que le obligó a abrir turnos dobles cada día. A ellos acudieron médicos, farmacéuticos, artesanos, agricultores, nobles, artesanos, clérigos y, también, mujeres. Bienvenu ofrecía diversión para los menos instruidos y aprendizaje para los iniciados, con un variado y flexible programa de lecciones y demostraciones que combinaban instrucción, divertimento y utilidad.

Bienvenu no fue un caso único, ni mucho menos. Cientos de demostradores como él recorrieron teatros, plazas y salones de Europa ofreciendo sesiones públicas donde los experimentos y las teorías científicas más recientes se convertían en espectáculos populares. La instrucción, el deleite o el interés por las aplicaciones atraían a gentes de clase y condición muy diversa. Para estos demostradores ambulantes, la ciencia se había convertido en una forma de vida, casi del mismo modo que lo era para autores de mayor renombre que organizaban cursos públicos de física, química y otras ciencias en prestigiosas instituciones académicas. El propio Bienvenu había adquirido su formación a través de este tipo de cursos públicos en París, así como mediante la lectura de las memorias publicadas en revistas especializadas o en la prensa periódica. Aprendió así a construir y manejar los instrumentos mostrados en los cursos o descritos en las publicaciones, usando para ello los numerosos laboratorios públicos y privados existentes en las grandes ciudades.

Demostraciones de electricidad en un puerto alemán, según un diseño de Henry Ritter (1816-1853), a principios del siglo XIX. Old Master Drawings.

La inmensa mayoría de estos demostradores ambulantes no realizó contribuciones relevantes a la ciencia, lo que les ha condenado al olvido. Sin embargo, su trabajo fue muy importante desde el punto de vista pedagógico: adaptaron instrumentos y experimentos para su uso en lecciones y demostraciones e idearon formas de poner los resultados de la investigación al alcance del público en general. Sus cursos y demostraciones fueron también esenciales para lograr que ciencias como la física y la química lograran un amplio reconocimiento social y se convirtieran en «ciencias públicas». La incuestionable democratización que el cultivo de las ciencias alcanzó durante la Ilustración no significó que el acceso fuese igualitario, ni siquiera que estuviese abierto a todos, y, especialmente, a todas. Entre las personas excluidas de esa nueva empresa intelectual, profesional y económica se encontraban las mujeres, a las que se quiso reservar el papel de espectadoras en cursos y demostraciones, o de lectoras de la floreciente literatura científica escrita para ellas a lo largo del siglo XVIII por hombres de ciencia preocupados por la educación de las damas y, también, interesados por el suculento mercado editorial que este público representaba. Pero las grietas abiertas en esta segregación intelectual de género fueron muchas y algunas de gran trascendencia. Marie-Anne-Pierrette Paulze (1758-1836) fue protagonista de una de ellas.

Dibujo a pluma y tinta de Antoine Lavoisier realizando un experimento de respiración mientras su esposa toma notas. Atribuido a Marie-Anne-Pierrette Lavoisier (ca. 1790). Wellcome Collection.

El pintor Jacques Louis David la inmortalizó junto a su esposo, Antoine Lavoisier, en una escena que se ha convertido en el icono de la llamada revolución química. Madame Lavoisier aparece aquí como la musa que inspira al esposo en la escritura de sus revolucionarias memorias, rodeado de los instrumentos más representativos de la nueva química. Esta imagen contrasta con la que nos ofrecen los dibujos realizados por ella misma, donde aparece integrada en los trabajos del laboratorio, tomando nota de los resultados de las experiencias sobre la respiración. La imagen que Marie-Anne Paulze quiso transmitir de sí misma en estos dibujos está mucho más próxima de lo que su trabajo realmente supuso para la génesis, la circulación y la aceptación de las ideas atribuidas a su esposo.

Retrato de Antoine Lavoisier y su esposa, por Jacque Louis David (1788). Metropolitan Museum (New York).

Las historias de la ciencia de este periodo han destacado su labor como traductora y gestora de la correspondencia científica internacional de su esposo, gracias al dominio de varios idiomas. También han subrayado sus conocimientos de dibujo y pintura, adquiridos junto a su maestro y autor del famoso retrato de pareja, Louis Jaques David. A ella se deben las láminas de instrumentos con los que se ilustró el Tratado elemental de química de su esposo, Antoine Lavoisier. Y han destacado, también, su importante labor en la campaña de persuasión desplegada por Lavoisier y sus colaboradores para difundir sus ideas sobre la composición de la materia y la naturaleza de las reacciones químicas. Por las reuniones y tertulias organizadas por Marie-Anne Paulze en la residencia privada de la pareja pasaron invitados de la talla de Volta o Priestley, y un sinfín de viajeros que pudieron conocer de primera mano los nuevos experimentos e interpretaciones que Lavoisier y sus colaboradores defendían en los foros académicos.

El reconocimiento de esta actividad como colaboradora en los trabajos de su marido ha eclipsado sin embargo su labor creadora. Realizar las láminas a partir de las anotaciones y esquemas de trabajo suponía un conocimiento técnico de los instrumentos y su funcionamiento que iba más allá de las meras dotes artísticas. Del mismo modo que la traducción de los textos de química, la escritura de las cartas de respuesta a las decenas de corresponsales, el registro de datos experimentales o la participación en las tertulias implicaba mucho más que el dominio de la escritura y las buenas costumbres. La Madame Lavoisier musa y asistente de su marido ha eclipsado durante mucho tiempo a la Marie Anne Paulze traductora, diseñadora de instrumentos y polemista. Habría que preguntarse si este reconocimiento como colaboradora no está eclipsando también una actividad como experimentadora y teórica de la química mucho más importante de lo que las normas sociales de su época le permitían mostrar y de lo que los historiadores de la ciencia posteriores han sabido, o querido, ver.

 

 

Antonio García Belmar
IILP-UA

 

Cómo citar este artículo:
García Belmar, Antonio. Vidas ilustradas. Sabers en acció, 2020-12-24. https://sabersenaccio.iec.cat/es/vidas-ilustradas/.

 

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

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Fuentes

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Páginas de internet y otros recursos

Panopticon Lavoisier. Disponible en este enlace.

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