—La larga historia de la producción de biogás a partir de residuos proporciona información tanto de sus potencialidades como de sus ambigüedades.—

 

Producir energía a partir de residuos parece una técnica loable en un momento en que las sociedades humanas se desmoronan bajo el peso de sus basuras, al mismo tiempo que acechan los peligros de la escasez de energía y el calentamiento global se convierte en una realidad cada vez más tangible. El “biogás”, producido por la fermentación de la biomasa, es un recurso renovable y puede sustituir al gas de origen fósil. Es similar en su composición química porque contiene una proporción importante de metano y dióxido de carbono. El proceso parece sencillo y natural: la metanización, o “digestión anaerobia”, se produce espontáneamente cuando la materia orgánica se mantiene sin oxígeno a cierta temperatura durante varias semanas. Es teóricamente aplicable a cualquier tipo de materia orgánica y abre la posibilidad de una producción sustancial de energía “verde” a partir de la gestión racional de los restos orgánicos procedentes de diversos sectores: ganadería, agricultura, masas forestales, industria agroalimentaria, aguas residuales y residuos domésticos. Desde la década de 2010, el número de plantas de metanización se ha disparado en las zonas rurales, sobre todo en Europa, donde las cúpulas de estas industrias crecen como setas y forman parte ya del paisaje del campo.

Una planta de metanización a Francia en la actualidad. Ministère de l’Agriculture et de la Souveraineté Alimentaire.

A pesar de sus proclamadas virtudes, estas tecnologías no están exentas de críticas por parte de las personas que residen en sus inmediaciones, así como por los grupos relacionados con el sector agrícola y la ciudadanía en general. La producción de biogás a gran escala genera molestias (olores y, en su caso, transporte de residuos) y presenta riesgos de contaminación de suelo, aire y agua. Cuando utiliza cultivos agrícolas específicamente dedicados a la producción de energía, los usos alimentarios de la tierra compiten con su explotación energética, un problema agravado con la inestabilidad geopolítica y las incertidumbres sobre los suministros. Por último, hay también que tener en cuenta una paradoja en este tipo de producción de gas: si bien no se puede afirmar que se favorezca, no es menos cierto que se legitima la producción de residuos animales y, en definitiva, la agricultura intensiva, que en sí misma plantea graves problemas medioambientales, aunque sólo sea desde el punto de vista del cambio climático. Al igual que la industria del reciclaje, la industria del biogás bien podría alimentar el modelo extractivista causante de los mismos problemas que supuestamente viene a resolver. Los mismos problemas que se plantean en el contexto agrícola se aplican también a los residuos municipales e industriales. En un mundo en constante búsqueda de energía, el cambio de estatus de residuo a recurso energético puede transformar un elemento indeseable en un material valioso cuya producción constante se fomenta. ¿Es posible un equilibrio virtuoso en este aprovechamiento energético de los residuos?

El vertedero Fresh Kills de Nueva York, mayo de 1973. US National Archives Catalog.

Para responder a esta pregunta resulta necesario examinar las dimensiones técnicas, sociales y medioambientales del biogás. Existen varios parámetros que condicionan la capacidad del proceso para ofrecer una producción de energía funcional, ambientalmente sostenible y socialmente justa: la escala de la instalación, el origen y la naturaleza del sustrato (residuos urbanos, residuos de vertedero o preclasificados, residuos agrícolas, forestales, animales o vegetales, algas verdes contaminantes, etc.), la conexión de la instalación a una red de gas o electricidad, la gestión pública o privada de la producción y, finalmente, las personas beneficiarias y las personas perjudicadas por estas actividades. Un repaso a la historia del biogás arroja cierta luz sobre la variedad de organizaciones sociales, formas técnicas y cuestiones medioambientales en torno a un mismo proyecto de producción de biogás a partir de biomasa. A pesar de la retórica de la novedad que rodea este tipo de proyectos, la producción de biogás a partir de residuos se remonta a finales del siglo XIX. Comenzó en la ciudad, por lo que su historia ha sido abordada en algunas obras de historia urbana. Por ejemplo, en Exeter (Inglaterra), una planta de tratamiento de aguas residuales producía gas de alumbrado, a finales del siglo XIX. En los años 30 y 40 del siglo XX, algunas ciudades europeas utilizaban el biogás de las aguas residuales urbanas: en Belfort (Francia), el biogás se utilizaba para calentar una piscina, mientras que en varias ciudades alemanas, como Berlín y Múnich, se utilizaba como combustible para vehículos, sistemas de alumbrado, calefacción y redes urbanas de gas. Estas instalaciones desaparecieron en gran medida tras la Segunda Guerra Mundial. Por esos años, la técnica se extendió a las zonas rurales y, por ejemplo, se empleó en los viñedos de la Argelia colonial para alimentar maquinaria agrícola e industrial durante la Segunda Guerra Mundial y hasta bien entrados los años cincuenta. También se extendió entre 1950 y 1980 a las granjas de la India, donde, a escala familiar, se utilizaba con fines domésticos (cocinas), pero también agrícolas como, por ejemplo, operaciones de bombeo. Había ya centenares en las décadas de 1950 y 1960 y pasaron a ser miles a principios de los setenta.

Bomba Kirloskar de fabricación india, distribuida desde 1976 en las zonas rurales de la India. Labordoc, International Labour Organisation.

Estos pocos detalles históricos son ya suficientes para mostrar la variedad de modelos sociotecnológicos en los que se inscribe la producción de biogás según territorios, usos y escalas de producción. Todavía quedan muchos aspectos por investigar para esclarecer las posibilidades abiertas por las técnicas de producción de biogás a partir de residuos y las cuestiones suscitadas en torno a la justicia y la sostenibilidad. Es interesante en este sentido recalar en el momento histórico cuando se cruzan la “crisis de los residuos” y la “crisis del petróleo”. Estos asuntos están resurgiendo en Europa y Estados Unidos con la mirada puesta en la resolución del doble problema medioambiental y económico. Mientras algunas explotaciones intentaban metanizar sus residuos, los municipios buscaron explotar el biogás producido por los residuos urbanos de carácter orgánico, desde los lodos recogidos en las depuradoras hasta los residuos domésticos. Fue en esos espacios urbanos donde se crearon las instalaciones que se mantendrían en el tiempo, mientras que las relacionadas con el mundo rural tuvieron una vida más efímera. El caso de la recuperación del gas de los vertederos es un buen ejemplo de las ambigüedades que rodean a estas técnicas. En América del Norte los vertederos se han convertido en el principal método de tratamiento de residuos, por lo que el biogás se transforma así en una fuente de contaminación y riesgo para la población. El volumen de los vertederos y el enterramiento desordenado de diversos tipos de residuos (plásticos, detergentes, escombros, pesticidas, electrodomésticos, etc.), incluidos los orgánicos, provocan la generación espontánea del gas, lo que comporta un fuerte peligro de explosión de los vertederos y la contaminación del aire con productos más o menos tóxicos. Su canalización y tratamiento se convierte así en una necesidad sanitaria y medioambiental, mientras que su conversión en energía es solamente una posibilidad. Con el apoyo de la Agencia Estadounidense de Protección del Medio Ambiente (EPA), un centenar de instalaciones de este tipo fueron creadas en los años setenta y ochenta del siglo XX en vertederos, en ocasiones gigantes, con el fin de abastecer las redes eléctricas. Aunque parecían soluciones tecnológicas loables, parece que también tuvieron como efecto colateral el fomento del enterramiento de residuos orgánicos generadores de gases tóxicos en contextos urbanos donde ya existían graves problemas de justicia ambiental.

Portada del informe Opportunities for Landfill Gas Energy Recovery in Washington: Draft Profiles of Candidate Landfills and Current Projects, de la EPA, junio de 1996. National Service Center for Environmental Publications (NSCEP), EPA.

La investigación resumida en este texto se inscribe en una línea de investigación cuyo objetivo es señalar trayectorias energéticas alternativas y arrojar luz sobre usos energéticos que fueron económicamente marginales en la era de los combustibles fósiles y de las grandes redes. Se trata así de completar una historiografía que se ha centrado en gran medida en estos modos de producción dominantes del siglo XX. Los retos energéticos actuales requieren una reflexión histórica sobre las posibilidades de alternativas abiertas en el pasado. Los estudios históricos alertan contra la idea preconcebida de que el uso de energías renovables es en sí mismo una alternativa a los modos de producción y consumo dominantes. La historia del consumo de energía en los últimos siglos muestra que este tipo de energías pueden responder a una lógica de acumulación energética y produjeron debates en el pasado en torno a las “transiciones energéticas”. Los estudios de casos particulares, situados en contextos concretos, revelan la variedad de modelos sociotecnológicos que pueden surgir en torno a una misma fuente de energía. Al igual que otras fuentes, la producción de biogás está anclada en tecnopolíticas particulares: las formas técnicas y las organizaciones sociales que la rodean expresan distintas visiones del territorio y de su vocación, al mismo tiempo que encarnan proyectos políticos a distintas escalas y, a veces, contradictorios. Estos proyectos pueden dar más o menos importancia a diversos objetivos, tales como el beneficio económico para el sector privado, la relevancia tecnológica para una ciudad o un país, la redistribución de los recursos o el acceso de toda la ciudadanía a una buena calidad de vida. Pueden así favorecer (o, por el contrario, reparar) situaciones de injusticia ambiental relacionadas con el reparto desigual de costes y beneficios en la producción, la gestión y el consumo de la energía.

 

 

Anaël Marrec
Centre d’histoire sociale des mondes contemporains/Labex DynamiTe

 

Cómo citar este artículo:
Marrec, Anaël. Biogás. Sabers en acció, 2023-07-05. https://sabersenaccio.iec.cat/es/biogas-es/.

 

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

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Vídeos

Auteur inconnu, biogaz, film d’animation publié par l’entreprise Edenbiogaz sur Youtube. Disponible en este enlace.

Idex Environnement, L’usine de méthanisation d’Amiens Métropole. Disponible en este enlace.