—La obsesión humana por los combustibles fósiles durante el siglo XX.—

 

La historia del siglo XX ha ha estado marcada por una expansión sin precedentes del uso de combustibles fósiles: primero el carbón, luego el petróleo y el gas. En la actualidad continúa aumentando el consumo de cada una de estas tres fuentes fósiles a nivel mundial, aunque en algunas regiones del mundo se está produciendo una transición hacia fuentes de energía menos contaminantes. Todo parece indicar que el sistema de producción es adicto a los combustibles fósiles. ¿Cómo se ha llegado a este punto? La situación a principios del siglo XX era bastante simple: según los cálculos del historiador Vaclav Smil, Occidente, incluyendo a la entonces emergente potencia de EE. UU., tenía el 30% de la población mundial y utilizaba el 95% de los combustibles fósiles extraídos, mayoritariamente carbón. A lo largo del siglo, este elevado porcentaje de consumo energético de Occidente disminuyó, pero en las décadas finales todavía alcanzaba a casi la mitad de toda la energía comercial primaria, mientras que la población occidental solamente suponía el 15% de la población mundial. Fue necesario esperar hasta 2010 para que un país no occidental, China, superara a Estados Unidos y se convirtiera así en el mayor consumidor de energía.

Consumo de petróleo (a la izquierda) y de gas (a la derecha) por región (1965-2021). Gráficos diseñados por el autor gracias a Our World in Data.

La primera fuente fósil que se utilizó a gran escala fue el carbón. Desde finales del siglo XIX este combustible fósil se transformó también en una cuestión social y política. Como recogen algunos estudios, varios dirigentes de sindicatos del carbón llegaron a ser influyentes líderes políticos de partidos de izquierda. A principios del siglo XX, se extraía carbón en grandes cantidades en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, pero también, a menor escala, en otros países europeos como Francia, Austria y Bélgica, y en Rusia y Japón. El carbón era esencial para el funcionamiento de trenes y barcos, así como para mover las máquinas industriales que sustentaban la expansión industrial del sistema capitalista. Por consiguiente, los mineros, de quienes dependía su producción, gozaban de un enorme poder de negociación, que no dudaron en utilizar para mejorar sus condiciones.

Mineros de Tyldesley (Mánchester) ante el Miners Hall durante la huelga general de 1926. Wikimedia Commons.

Según el politólogo Timothy Mitchell, estas circunstancias fueron algunas de las razones por las que las élites políticas y económicas británicas se volcaron en el uso del petróleo que no tenía que extraerse en el Reino Unido, como el carbón, sino en zonas de Oriente Próximo. A partir de la Primera Guerra Mundial y la disolución del Imperio otomano, estas zonas se encontraron en el centro de las disputas entre Estados europeos y, en particular, entre Francia y el Reino Unido, a las que pronto se uniría Estados Unidos a través de sus compañías petroleras. En cualquier caso, el cambio al uso del petróleo por parte del Reino Unido también fue obra del entonces primer lord del Almirantazgo, Winston Churchill, ya que el uso del petróleo ofrecía varias ventajas sobre el carbón, como facilitar el repostaje de los barcos, además de hacerlos más rápidos. En Estados Unidos, sin embargo, el cambio del carbón al petróleo en los barcos se produjo durante la guerra Hispano-estadounidense de 1898.

Poco a poco, entre 1940 y 1970, el carbón fue sustituido por hidrocarburos. No obstante, a partir de la década de 1970, la atención se centró en problemas medioambientales, que incluían la salud de los mineros, la contaminación atmosférica, la destrucción del paisaje debido a la minería a cielo abierto y la contribución del carbón al calentamiento global. La producción de hulla en Europa no ha dejado de disminuir desde la década de 1990, a un ritmo superior al de su consumo: en 2021, la producción de carbón de la UE fue de 57 millones de toneladas, casi un 80% menos que las 277 millones de toneladas de 1990. Sin embargo, la producción mundial no sólo no ha disminuido, sino que ha aumentado, principalmente debido al aumento del consumo en China e India. En 2013, se pensaba que China había alcanzado el pico de su producción de carbón, pero en 2021 se llegó a un nuevo máximo. Las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía sugieren que el aumento del precio del gas derivado de la invasión rusa de Ucrania provocará nuevos incrementos de la demanda de carbón. A escala mundial, por tanto, el carbón está lejos de convertirse en una energía del pasado.

Monumento a los mineros del carbón de Zonguldak, Turquía. Wikimedia Commons.

Aunque el petróleo solamente ha sustituido al carbón en algunos usos desde la década de 1940, su historia comercial comenzó en el siglo XIX, en lugares tan distantes como Estados Unidos, Rusia (hoy, Azerbaiyán), Rumanía y Polonia. En la década de 1910 se produjeron importantes descubrimientos de petróleo en las Antillas Holandesas (hoy Indonesia), Persia (hoy Irán), Perú, Venezuela y México. En 1920, las empresas británicas, francesas y estadounidenses firmaron un acuerdo histórico sobre la extracción de hidrocarburos en Oriente Medio. Este acuerdo “de la Línea Roja” dio origen a un cártel de empresas que, tras algunos cambios entre sus integrantes, dominó el comercio mundial de petróleo durante los siguientes cincuenta años. En cuanto a los lugares de extracción, aún hoy cerca del 80% de las reservas mundiales de petróleo se encuentran en cinco países de la península arábiga.

En Sudamérica, por otra parte, a principios del siglo XX los intereses británicos y estadounidenses y, en menor medida, los canadienses y holandeses se enfrentaron por la extracción, la exportación y el desarrollo de los mercados nacionales de los distintos Estados sudamericanos. Sin embargo, la aplicación de la denominada doctrina Monroe, elaborada en el siglo anterior, reforzó la posición de Estados Unidos en América Latina, mientras que, como resultado de la Primera Guerra Mundial, los británicos redujeron su influencia en dicha región y comenzaron a concentrarse en Oriente Medio.

En la década de 1950, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, los Estados europeos intentaron reconstruir sus economías destrozadas por los acontecimientos bélicos. En particular, en el caso de los países coloniales, se asistió a un fuerte aumento de las actividades de exploración y extracción en África, tanto septentrional como subsahariana. Estas estrategias condujeron a descubrimientos de gas y petróleo en países como Libia, Argelia y el África Ecuatorial francesa (hoy dividida entre Gabón, República del Congo, República Centroafricana y Chad). Las dependencias económicas y políticas a las que conducirían estos descubrimientos se mantendrían incluso después de que los países africanos obtuvieran su independencia en la década de 1960, especialmente en el caso de Francia.

Contrariamente a la afirmación de Mitchell sobre la mayor controlabilidad política del sector petrolero en comparación con el sector del carbón, según estudios más recientes, los trabajadores del petróleo tuvieron realmente un impacto significativo en las luchas sociales de su época. Un ejemplo fue la nacionalización de la industria petrolera mexicana en 1938. También la huelga de trabajadores del petróleo en Venezuela en 1936, que sentó las bases de la ley marco de hidrocarburos de 1943; más recientemente, otra huelga de trabajadores del petróleo en 1979 desempeñó un papel crucial en la revolución iraní de aquel año.

Esa tendencia ha continuado, ya que las relaciones neocoloniales sustituyeron a las coloniales (véase Gabón y Níger) y las nuevas élites políticas recurrieron a prácticas extractivistas para seguir con el negocio de la exportación. Esto se aplica tanto al petróleo como al gas. Menos llamativo que el petróleo, quizá por su invisibilidad o por no estar asociado a las epopeyas pioneras estadounidenses o a las producciones de Hollywood, el gas ha desempeñado un papel muy similar en los últimos setenta años. Sin embargo, hasta principios del siglo XX, el gas, normalmente extraído junto con el petróleo, se quemaba como residuo, una práctica que sigue vigente en algunos países, con consecuencias medioambientales muy perjudiciales.

Quema de gas en una refinería de petróleo. Wikimedia Commons.

Al igual que el petróleo, el gas fue objeto de acaloradas disputas en el siglo XX, y sigue siéndolo. Por ejemplo, durante los años de la Guerra Fría, el gobierno estadounidense no dejó de expresar su preocupación por la estrategia comercial de la Unión Soviética, que pretendía aumentar la dependencia energética de los países europeos, aliados de Estados Unidos en la OTAN, del gas soviético. Esta cuestión se debatió con frecuencia en los órganos de seguridad de la OTAN desde los años cincuenta hasta bien entrada la década de 1980.

En general, los hidrocarburos han sido un factor geopolítico decisivo en la historia del siglo XX. A menudo se ha hablado del peak oil (cenit del petróleo) a lo largo de ese siglo: diversos analistas han intentado predecir el año en que se produciría el mayor consumo de petróleo, el clímax de la era del petróleo. Todas las predicciones realizadas hasta la fecha han resultado erróneas, sobre todo a raíz del descubrimiento y la explotación de hidrocarburos no convencionales. Sería un error pensar que la era de los hidrocarburos terminará debido a la escasez de estas fuentes de energía, por muy finitos que sean esos recursos en nuestro planeta. La historia demuestra que (a) una escasez puede ser contingente, artificiosa y, por tanto, reversible; y que (b), como dijo el jeque saudí Zaki Yamani, que fue ministro de Petróleo de su país en la década de 1970, “la Edad de Piedra no terminó por falta de piedra, y la Edad del Petróleo terminará mucho antes de que el mundo se quede sin petróleo”. Serán las decisiones sociales, políticas y económicas las que provoquen el fin gradual de la Era del Petróleo, en algunos lugares mucho antes que en otros. Pero hay que tener en cuenta que el final de la Era del Petróleo puede no coincidir con el final de la Era de la Sobreexplotación del Planeta, como todo parece indicar.

 

 

Roberto Cantoni
ICTA-UAB

 

Cómo citar este artículo:
Cantoni, Roberto. Ese familiar olor a gas. Sabers en acció, 2023-04-05. https://sabersenaccio.iec.cat/es/ese-familiar-olor-a-gas/.

 

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

Cantoni, Roberto. What’s in a pipe? NATO’s Confrontation on the 1962 Large-Diameter Pipe Embargo. Technology and Culture. 2017; 58 (1): 67-96. DOI: 10.1353/tech.2017.0002.

Smil, Vaclav. Energy and Civilization: A History. Cambridge, MA: MIT Press; 2017 (trad. cast. Arpa; 2021)

Yergin, Daniel. The Prize. The Epic Quest for Oil, Money, and Power. New York: Free Press; 2008.

Estudios

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Cantoni, Roberto. Oil Exploration, Diplomacy and Security in the Early Cold War. The Enemy Underground. London: Routledge; 2017.

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Fuentes

Eurosat – Statistics Explained – Coal production and consumption statistics [citada 11 Ene 2023]. Disponible en este enlace.

International Energy Agency (IEA), “World Energy Outlook 2022”. Paris: OECD; 2002. Disponible en este enlace.