—Entre la esperanza y la desilusión, la edición digital no ha podido sustituir la calidad del trabajo histórico de investigación realizada en archivos, bibliotecas y museos.—

 

El rápido desarrollo de Internet y las tecnologías digitales a principios de la década de 1990 provocó un entusiasmo generalizado en la comunidad de historia de la ciencia. Hubo muchas razones para esta acogida positiva. Los archivos de la ciencia, aún en gran parte desconocidos y dispersos, pudieron por fin ser accesibles a estudiosos de todo el mundo. Del mismo modo, los museos que conservaban colecciones de historia natural, de instrumentos y de máquinas tuvieron la oportunidad de darse a conocer a un amplísimo abanico de nuevos visitantes que pudieron apreciar así la riqueza de un patrimonio aún muy descuidado. Por último, las nuevas tecnologías prometían posibilidades sin precedentes para la gestión, catalogación y publicación de textos y datos, abriendo así nuevos horizontes a la edición de correspondencias y colecciones de obras impresas y manuscritas en un momento en el que, en el caso de las fuentes de la historia de la ciencia, experimentaban una cierta desaceleración.

Como es bien sabido, la historia de la ciencia es una disciplina que, institucionalmente, es todavía muy joven. El potencial que auguraba Internet parecía garantizar un rápido acceso a herramientas capaces de gobernar la enorme extensión cualitativa y cuantitativa de sus fuentes. En este proceso de rapidísima transformación tecnológica no se prestó atención, al menos hasta principios de la década de 2000, a tres factores que, con el tiempo, han condicionado decisivamente el desarrollo de las humanidades digitales: la propiedad del software, la inestabilidad de las tecnologías y la propiedad de los datos.

En efecto, en los años noventa, los historiadores de la ciencia, como tantos otros estudiosos humanistas, adaptaron las tecnologías existentes (Filemaker, Microsoft Access u Oracle, entre otras), incluso de forma muy refinada, al diseño de programas cuyo objetivo no era solo el de hacer accesibles las fuentes a un gran público, sino el mucho más ambicioso de transformar la investigación histórica mediante la gestión y la clasificación de ingentes conjuntos de datos. En esta primera fase pionera, las humanidades digitales fueron gestionadas casi exclusivamente por humanistas interesados en confrontar su propia experiencia investigadora con el potencial que la nueva herramienta ofrecía a las humanidades. Este enfoque tenía dos virtudes fundamentales: 1) podía basarse en tecnologías comerciales tan extendidas que, aunque no ofrecían estándares compartidos, era razonable esperar que perduraran en el tiempo; 2) los costes de programación eran asequibles incluso para un pequeño grupo de investigación. Sin embargo, como pronto se comprobó, la utilización de los programas comerciales existentes (Oracle, Microsoft, etc.) sustituyó muy rápidamente a las plataformas, dejando obsoletas en poco tiempo las versiones anteriores. Fue en ese momento, a principios del siglo XXI, cuando se hizo necesaria la programación de software de código abierto (OSS). Gracias al impulso progresivo de universidades, bibliotecas y museos, este enfoque recibió posteriormente el apoyo de los gobiernos, sobre todo europeos.

La diversidad de programas informáticos, tanto comerciales como de código abierto, ha generado un abarrotado cementerio de sitios que, a pesar de su éxito inicial, han desaparecido sin dejar rastro de su dirección web. La frecuencia de estas infaustas desapariciones ha llevado tanto a las medianas como a las grandes bibliotecas y archivos digitales a confiar de nuevo en las plataformas comerciales, las únicas que garantizan la supervivencia de los sitios. Sin embargo, incluso en estos casos, su permanencia no puede ofrecer las mismas garantías de perdurabilidad que las proporcionadas por los soportes impresos, que, a diferencia de la memoria digital, transmiten el conocimiento sobre un soporte material autónomo. Además, la confianza en los programas informáticos comerciales ha acabado por empobrecer la búsqueda de herramientas capaces de adaptarse a la inagotable variedad del saber histórico y humanístico.

Desde el inicio de la era digital, la propiedad de los datos ha sido una cuestión que ha planteado problemas complejos, todavía lejos de resolverse. Además de la propiedad de las imágenes de objetos, libros o manuscritos pertenecientes a instituciones y particulares, se ha planteado la cuestión jurídica de su utilización dentro de programas informáticos destinados a alojarlos y gestionarlos. Google Libros, por ejemplo, tras obtener autorización para digitalizar bibliotecas públicas enteras, distribuye sus contenidos en formato de imagen sin hacer referencia a las instituciones a las que pertenecen los originales. Frente a esta tendencia a centralizar los recursos digitales en repositorios de carácter comercial y privado, en 2001 nació Wikipedia, una enciclopedia abierta y multilingüe del conocimiento que ha promovido de forma decidida y constante la difusión de la cultura participativa, gratuita y de acceso abierto.

La revolución que ha supuesto la difusión masiva de las humanidades digitales ha favorecido sin duda el acceso a ingentes cantidades de recursos culturales de otro modo inalcanzables. Sin embargo, la uniformidad de la experiencia de aprendizaje, que permite asociar informaciones diferentes en un sistema homogéneo de consulta, recopilación y visualización de datos, ha acabado con la dimensión intrínseca y esencialmente histórica de la información. Otras críticas han puesto de manifiesto cómo los códigos y algoritmos que componen el software de transmisión de la información se han convertido en auténticas cajas negras capaces de condicionar la gestión de los datos de una manera nada neutral.

Entre las primeras instituciones europeas que se interesaron por la realización de aplicaciones informáticas adecuadas para la historia de la ciencia se encuentran el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia de Berlín y el Museo Galileo de Florencia. En 1999, estas dos instituciones colaboraron en la edición digital de las notas de juventud de Galileo sobre el movimiento, basada en los manuscritos autógrafos conservados en la Biblioteca Nacional de Florencia. El prototipo que debía servir de modelo para otras ediciones fue, sin embargo, abandonado muy pronto para ser sustituido por modelos más avanzados.

Página de portada de la edición digital de las notas de Galileo sobre el movimiento, basada en los manuscritos de la Biblioteca Nacional de Florencia.  Galileo Galilei’s Notes on Motion.

En general, a la hora de publicar textos en formato digital, los historiadores de la ciencia se han apoyado provechosamente de investigaciones realizadas en el mismo campo dentro de la filología y la literatura. Por eso no es de extrañar que el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia de Berlín se convirtiera en socio activo del proyecto estadounidense Perseo, dedicado a la edición de textos clásicos.

También a finales de la década de 1990, el proyecto europeo Epact publicó un catálogo electrónico con diferentes modalidades de búsqueda, donde se reunieron instrumentos científicos medievales y renacentistas procedentes de cuatro museos europeos: el Museo de Historia de la Ciencia de Oxford, el Instituto y Museo de Historia de la Ciencia de Florencia (actual Museo Galileo), el Museo Británico de Londres y el Museo Boerhaave de Leiden. Los fondos de estos museos reúnen las colecciones más importantes de instrumentos matemáticos antiguos. El catálogo consta de quinientas veinte descripciones catalográficas de astrolabios, esferas armilares, relojes de sol, cuadrantes, nocturlabios y diversos instrumentos topográficos construidos antes de 1600. Cada instrumento del catálogo se describe con la ayuda de una o varias fotografías y dos niveles de texto: uno resumido, en el que se exponen brevemente las características más destacables del instrumento; y otro más detallado, en el que se ofrece información más técnica y académica. Este proyecto fue muy importante porque mostró la posibilidad de integrar en un museo virtual la descripción de colecciones conservadas en distintos lugares y, al mismo tiempo, instó a los conservadores de museos a encontrar herramientas comunes y homogéneas para hacer más útiles y accesibles sus fondos.

En 2002, el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia de Berlín propuso un proyecto similar a una escala mucho mayor, tanto por el número de instituciones implicadas como por la aspiración de abarcar un patrimonio más amplio y no exclusivamente histórico-científico. Echo-European Cultural Heritage Online pretendía crear un estándar de acceso y uso del patrimonio cultural en acceso abierto y acabó publicando más de doscientas mil descripciones de artefactos y casi un millón de imágenes. A pesar de la envergadura del proyecto, el prototipo quedó rápidamente obsoleto y los recursos publicados se volvieron a publicar en sitios más actualizados.

Entre 1997 y 1999, el Museo Galileo de Florencia puso en marcha “Pinakes”, el prototipo de un modelo de archivo integrado, diseñado con el objetivo de integrar las fuentes de la historia de la ciencia sin jerarquías preestablecidas. Se trataba de combinar el análisis textual de textos impresos y manuscritos con las piezas museísticas (instrumentos científicos, colecciones naturalistas, iconografía) a las que estos textos hacían referencia. Este ambicioso proyecto pretendía sobre todo mostrar la especificidad de las fuentes histórico-científicas, irreductiblemente distintas de las de las humanidades, predominantemente centradas en el texto. Pinakes se aplicó al estudio de las colecciones de Ulisse Aldrovandi y Antoine-Laurent Lavoisier. A partir de estos dos prototipos, que sin embargo ya no se desarrollaron, el Museo Galileo impulsó un proyecto de archivo integrado de todos sus recursos.

Imagen de portada de la edición digital de obras e instrumentos de Antoine Lavoisier. Panopticon Lavoisier.

En el mundo real, un libro, un manuscrito y un instrumento científico tienen características físicas diferentes, que exigen determinadas opciones operativas en lo que se refiere, por ejemplo, a la conservación, la organización para la consulta o, en el caso de los objetos, la exposición, etc. En el mundo digital se ha producido una especie de desmaterialización que ha permitido traspasar estas fronteras y explorar la comunicación de las colecciones sin más limitaciones que las impuestas por el progreso tecnológico. Así ha ocurrido con las colecciones del Museo Galileo, donde el proceso de maduración de esta nueva aproximación al patrimonio ha sido largo y extremadamente laborioso. Con la publicación del nuevo sitio web se ha entrado en una nueva fase orientada alrededor de tres líneas principales: 1) la integración de los archivos; 2) la prestación de servicios web; 3) la implicación de los usuarios en las actividades web. Se trata de una orientación que, por un lado, aspira a la creación de una aplicación capaz de gestionar distintas clases de objetos (libros, instrumentos, manuscritos, archivos multimedia) como si todos ellos tuvieran un diseño homogéneo; por otro, quiere ofrecer a los usuarios todos aquellos servicios que les permitan apreciar plenamente, no sólo la riqueza del patrimonio, sino también sus características específicas. El sitio web del Museo Galileo integra los catálogos de la biblioteca física y de la biblioteca digital, el archivo fotográfico, las colecciones del museo, las exposiciones, los recursos multimedia y diversos recursos textuales. Esta integración pone en evidencia de manera tangible la naturaleza especial de la historia de la ciencia y de la variedad de sus fuentes, que ya no pueden limitarse a la mera investigación y análisis textual.

Siguiendo la estela del éxito global y casi hegemónico de Google, de Google Libros y, aunque en menor medida y no sin críticas, de Ngrams y Google Arts and Culture, el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia de Berlín promovió en 2011 la creación de un grupo de investigación en torno a la Historia digital y computacional de la ciencia que, si bien propone proyectos muy diversos, pretende reflexionar sobre la gestión, clasificación y presentación de grandes clases de datos relacionados con momentos y temas concernientes a nuestra disciplina. Especialmente relevante es el reciente proyecto Redes socioepistémicas: modelización de los procesos de conocimiento histórico, que aún está en curso. La base teórica de este proyecto es el enfoque de redes socioepistémicas para la descripción de sistemas de conocimiento dinámicos, según el cual, para comprender en profundidad el sistema de conocimiento resultante de esta dinámica es esencial entender también el desarrollo de los sistemas de conocimiento en su recorrido histórico. En este estudio se aplican análisis cuantitativos muy refinados, partiendo de datos de alta calidad que son estructurados a partir de una ontología adaptada a la investigación histórica. El análisis de big data en la investigación histórico-científica sigue siendo objeto de debate y es muy difícil predecir el destino de esta investigación.

Página del proyecto Socio-epistemic networks: Modelling Historical Knowledge Processes. Max Planck Institute for the History of Science.

A modo de conclusión, podemos afirmar sin lugar a dudas que las enormes inversiones que se han realizado en la explotación de fuentes en formato digital han permitido proporcionar herramientas extremadamente valiosas para la investigación en historia de la ciencia. Sin embargo, hay que señalar una curiosa contradicción: la facilidad con la que se pueden gestionar textos y, más en general, clases de datos muy diversos y complejos no ha promovido, como cabría esperar, un aumento significativo de las ediciones de obras, correspondencias y colecciones, en comparación con lo que se hacía en el siglo pasado. Al contrario, la atención y el interés por la historia documental parecen haber disminuido constantemente. Además de los ya mencionados proyectos dedicados a Aldrovandi y Lavoisier, sólo destacan el proyecto sobre la correspondencia de Darwin y el centrado en la obra de Newton. El primero no es más que la reedición de la correspondencia del naturalista inglés ya publicada por Cambridge University Press en la década de 1990. El proyecto sobre Newton, en cambio, propone la publicación de papeles inéditos, en su mayoría relacionados con la alquimia, que completan la correspondencia también ya publicada por Cambridge University Press en la década de 1970.

Algo más de treinta años después de la aparición de las primeras aplicaciones informáticas, hay que admitir que los notables avances que se han producido en la gestión y publicación digital de datos no han podido sustituir la finura y calidad del trabajo histórico de investigación que se realiza realmente en archivos, bibliotecas y museos. La inteligencia individual de las personas que trabajan en historia, vinculada como está a la intuición y a otras muchas variables emocionales, sociales y materiales, parece seguir inspirándose en la comparación y el análisis de las fuentes originales, inseparables de su sustrato material y de su historia real.

 

 

Marco Beretta
Università di Bologna

 

Cómo citar este artículo:
Beretta, Marco. La tierra prometida del mundo digital. Sabers en acció, 2023-02-01. https://sabersenaccio.iec.cat/es/la-tierra-prometida-del-mundo-digital/.

 

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

Knoblauch, Heidi, and Nancy Tomes. The History of Medicine in the Digital Age, Bulletin of the History of Medicine, 2014, 88 (4), 730–33.

Flis, Ivan; Evina Steinová; Wouters, Paul, Digital Humanities Are a Two-Way Street, Isis, 2016, 107, 346-348. 

Gibson, Abraham; Laubichler, Manfred; Maienschein, Jane, Introduction. Focus: Computational history and philosophy of science, Isis, 2019, 110 (3), 97–50

Huijnen, P., Laan, F., de Rijke, M., Pieters, T. A Digital Humanities Approach to the History of Science. In: Nadamoto, A., Jatowt, A., Wierzbicki, A., Leidner, J.L. (eds) Social Informatics. SocInfo 2013. Lecture Notes in Computer Science, 2014, 8359. Springer, Berlin, Heidelberg

Robertson, Stephen, The Differences between Digital Humanities and Digital History. En: Matthew K. Gold And Lauren F. Klein (eds.), Debates in the Digital Humanities, Minneapolis, London, University of Minnesota Press, 2016. Disponible en este enlace

Estudios

Cohen, Daniel J.; Rosenzweig, Roy, Digital History: A Guide to Gathering, Preserving, and Presenting the Past on the Web, University of Pennsylvania Press, 2005. Disponible en este enlace.

Davis, Stephen Boyd; Vane, Olivia; Kräutli, Florian, Can I believe what I see? Data visualization and trust in the humanities, Interdisciplinary Science Reviews, 2021, 46:4, 522-546.

Ewing, E. Thomas; Randall, Katherine Introduction, En: Viral Networks. Connecting Digital Humanities and Medical History, Blacksburg, 2016, 1-14 .

Hitchcock Tim. ‘Confronting the Digital: Or How Academic History Writing Lost the Plot. Cultural and Social History, 2013, 10, 9–23.

Kassell, Lauren, Paper Technologies, Digital Technologies: Working with Early Modern Medical Records. In: Whitehead A, Woods A, Atkinson S, Macnaughton J, Richards J, editors. The Edinburgh Companion to the Critical Medical Humanities. Edinburgh: Edinburgh University Press, 2016, Capítulo 6. Disponible en este enlace

Kirschenbaum, Matthew G. What Is “Digital Humanities” and Why Are They Saying Such Terrible Things about It? Differences 25, 1 (2014): 46–63 (Dentro del volumen monográfico In the Shadows of the Digital Humanities).

Mounier, Pierre, Humanidades Digitales: Una Historia Critica, Marmol-Izquierdo, 2021.

Prescott Andrew. An Electric Current of the Imagination: What the Digital Humanities Are and What They Might Become. Journal of Digital Humanities. 2012;1.

Spiro, Lisa. “This Is Why We Fight”: Defining the Values of the Digital Humanities. En: Matthew K. Gold (ed.)  Debates in Digital Humanities,  Minneapolis: University of Minnesota Press, 2012. Disponible en este enlace

Weldon, Stephen; McCarthy, Gavan, Dossier: Doing History of Science in a Digital, Global, Networked Community: Tools and Services Linking Scholars, Circumscribere: International Journal for the History of Science, 2018, 21.

Internet

En la sección «Humanidades digitales» del portal de recursos Fuentes para la historia y la comunciación de la ciencia podréis encontrar una amplia muestra de proyectos de humanidades digitales en historia de la ciencia.

Galileo Galilei’s notes on motion. Proyecto conjunto de la Biblioteca Nazionale Centrale, Florence; Istituto e Museo di Storia della Scienza, Florence y el Max Planck Institute for the History of Science, Berlin. Disponible en este enlace.

Perseus Digital Library, Editado por Gregory R. Crane, desde la Tuff University. Disponible en este enlace.

Epac. Scientific instruments of Medieval and Renaissance Europe. Museum of the History of Science, Oxford; Istituto e Museo di Storia della Scienza, Florence; British Museum, London y Museum Boerhaave, Leiden. Disponible en este enlace.

Echo-Cultural Heritage Online. Open Access Infrastructure for a Future Web of Culture and Science. Max Planck Institute for the History of Science, Berlin. Disponible en este enlace.

El teatro de la naturaleza de Ulisse Aldrovandi. Raffaella Simili (Dir.) Marco Beretta (Coord.). Università degli Studi di Bologna: Centro Interdipartimentale di ricerca in epistemologia e storia delle scienze «Federigo Enriques», Biblioteca Universitaria di Bologna, Musei di Palazzo Poggi. Disponible en este enlace.

Panopticon Lavoisier, 1999-2009. Marco Beretta (Dir.) Museo Galileo y Centre de recherche en histoire des sciences et des techniques de la Cité des Sciences et de l’Industrie (Paris). Disponible en este enlace.

Museo Galileo. Istituto e Museo di Storia della Scienza. Disponible en este enlace.

Computational History of Science. Gerd Grasshoff(dir.). Max Planck Institute for the History of Science, Berlín. Disponible en este enlace.

Darwin Correspondence Project. James A. Secord (Dir.) University of Cambridge Library and Department for the History and Philosophy of Science. Disponible en este enlace.

The Newton Project. Rob Iliffe y Scott Mandelbrote (Dir.). University of Oxford. Disponible en este enlace.