—La medicina forense en la investigación de agresiones sexuales y su relación con la evolución histórica de las culturas forenses, las leyes y los mitos sobre la violación.—

 

El reciente movimiento #MeToo ha puesto de manifiesto las múltiples formas de intimidación y violencia sexual que siguen sufriendo las mujeres de todo el mundo. Para las feministas más veteranas, aquellas que protestaron por las agresiones sexuales contra niñas y mujeres durante la segunda ola feminista de los años setenta y ochenta, las historias contadas bajo la etiqueta de #MeToo deben de haber producido una cierta sensación de déjà vu, como si apenas nada hubiera cambiado desde aquellas protestas. Tal vez esta sea una característica típica de la violación: parece ser un fenómeno universal, inmutable y perenne. Sin embargo, la violación tiene una historia y muchos de sus rasgos han cambiado con el tiempo. Uno de ellos es la participación de personal médico y otras personas expertas en el examen de las víctimas de agresiones sexuales cuando se investigan y juzgan estos crímenes. ¿Cuándo empezó a intervenir personal experto en medicina y ciencia en casos de violación? ¿Quiénes eran exactamente estas personas expertas? ¿Cómo y con qué tecnologías examinaban los cuerpos? ¿Influyeron sus testimonios e informes periciales en los tribunales y tuvieron repercusiones en el veredicto final? Estas son las preguntas que tratará de responder esta entrada.

En la Edad Media, al igual que en las primeras décadas de la Edad Moderna, se solía considerar que los expertos en la inspección corporal eran los médicos varones y, en ocasiones, se les pedía que aportaran sus conocimientos especializados como testigos expertos en los tribunales. Sin embargo, hasta el siglo XVII al menos, se consideraba que el cuerpo femenino era competencia de mujeres maduras y experimentadas o de “jurados de matronas”. Por ello, cuando niñas o mujeres afirmaban haber sido agredidas sexualmente, sus cuerpos eran examinados por mujeres maduras de la comunidad local o por matronas. Solo a partir de los siglos XVII y XVIII esta tarea fue asumida por médicos varones, como parte de un proceso más general de apropiación profesional masculina de saberes corporales femeninos que poseían, por ejemplo, las comadronas.

Albert Besnard, The Rape (Le Viol), 1886, National Gallery of Art. Wikipedia.

Desde la Antigüedad hasta principios de la Edad Moderna existía una imagen generalizada acerca de la forma en que debían responder las mujeres violadas para que sus acusaciones fueran tomadas en serio: se esperaba que la agresión fuera denunciada de forma inmediata y pública por las víctimas, las cuales debían relatar varias veces los mismos detalles de su experiencia a los funcionarios de los tribunales locales. También se esperaba que presentasen pruebas físicas de su violación, tales como heridas y arañazos en el cuerpo, ropas desgarradas, pelo revuelto o manchas de sangre. Mientras las matronas o comadronas inspeccionaban los cuerpos de las víctimas supervivientes, estas mujeres debían presentar de forma convincente sus relatos ante jurados, alguaciles y jueces, todos ellos masculinos.

Estas y otras imágenes acerca de la violación se pueden encontrar en obras de esos siglos que gozaron de gran popularidad y perduraron en el tiempo. En su influyente tratado jurídico, el juez y jurista inglés del siglo XVII Sir Matthew Hale (1609-1676) sostenía que los maridos no podían ser nunca considerados culpables de violación. También recomendó investigar el carácter y la experiencia sexual previa de la mujer. Consideraba necesario obtener una prueba física y evidente de la violación y señaló la relevancia de una denuncia rápida de la supuesta agresión. En ausencia de estos elementos, Hale afirmaba que debía presumirse que se trataba de una falsa acusación. Esta infame “advertencia de Hale” (“Hale warning”) siguió siendo leída a los jurados y citada por jueces en las jurisdicciones anglosajonas hasta la década de 1990.

En la historiografía (feminista) sobre las agresiones sexuales, estas imágenes estereotipadas de la víctima “ideal” de la violación pertenecen a lo que se denomina de forma más general “mitos de la violación”: imágenes e historias que supuestamente describen cómo es una violación “normal”, pero que en realidad están impregnadas de valores culturales sobre la feminidad y la masculinidad. Algunos ejemplos son la idea de que las mujeres de complexión media son lo suficientemente fuertes como para resistirse a agresores masculinos y que las mujeres violadas deberían haberse resistido con mucha más fuerza o, peor aún, que quizá habían querido ser violadas. Otro ejemplo infame del mito de la violación es la idea de que ellas se lo buscaron porque vestían de forma provocativa. Estos mitos de la violación también influyen en la imagen y en el papel de la medicina forense. Dos antropólogas del derecho, Heather R. Hlavka y Sameena Mulla, han realizado una investigación en este sentido basada en la observación de las vistas judiciales entre 2013 y 2016 en tribunales de delitos graves de agresión sexual del condado de Milwaukee (EE UU). También emplearon entrevistas con víctimas, jueces, abogados, científicos forenses, jurados y personal de enfermería encargado de tratar las agresiones sexuales. Sus conclusiones muestran que la pericia científica forense en realidad reafirmó mitos de la violación y estereotipos de raza y género. Las declaraciones y los informes del personal experto en los juicios reforzaron en muchas ocasiones la idea común de que la violación siempre deja huellas materiales y que puede ser detectada física y emocionalmente.

Muchas investigaciones históricas han demostrado que la pericia científica en los tribunales está siempre influida por las diversas culturas forenses, que son históricamente variables. Además de imágenes socioculturales de la feminidad, estas culturas forenses incluyen marcos legislativos relacionados con el derecho procesal que estipulan la posición del personal experto en los procedimientos legales.

Declaración del médico Asscher después de examinar a la niña violada (1814). Archivo Noord-Holland, Haarlem. Inventario no. 122. Foto de la autora.

El papel y la influencia exactos de los médicos forenses dependen de la formulación (nacional) del derecho procesal y de la definición legal de violación. En los Países Bajos, por ejemplo, entre 1811 y 1886 regía la definición de agresión sexual del código penal francés. Este delito se definía como “violación o actos contra el honor ejecutados con violencia”. La única exigencia específica planteada por esta definición era la existencia de violencia, aunque sin especificar qué indicios probarían de forma fehaciente la violación. Los médicos tenían que juzgar por sí mismos qué indicios serían relevantes e interpretar por sí mismos la naturaleza y la fiabilidad de tales indicios, a menudo buscando arañazos en el cuerpo o restos de ropa rasgada de la víctima. Las sentencias y las discusiones jurídicas pusieron de relieve diversas controversias acerca del valor de estas pruebas para fundamentar una condena por violación. ¿La violación consistía en la penetración, en la eyaculación o simplemente en la existencia de violencia? La necesidad de encontrar pruebas de violencia planteó problemas especialmente en el caso de víctimas infantiles, aquellas que no tenían la fuerza (mental o física) para resistir el ataque de adultos.

Los manuales de medicina forense han dedicado muchos párrafos a la interpretación del estado físico del himen. A través de ellos se enseñaba a los médicos a interpretar los desgarros del himen y a descifrarlos como indicios de una agresión sexual. A mediados del siglo XIX comenzó a ser habitual pedir a químicos y boticarios que examinaran microscópicamente las manchas en la ropa para identificar restos de semen. En los casos holandeses de agresión sexual que he estudiado, este nuevo tipo de prueba médica (la presencia o ausencia de semen) ofrecía una respuesta inequívoca frente a las incertidumbres que planteaban la inspección de los genitales, la revisión del resto del cuerpo o la observación del estado del himen. Quedaba a discreción de los jueces, no obstante, admitir y sopesar todo este conjunto de pruebas científicas y contrastarlas con las declaraciones de testigos. Por lo tanto, la introducción de nuevas técnicas periciales (como las de detección microscópica del semen) no aumentó de forma inmediata la autoridad de los expertos científicos en los tribunales.

Además de trabajar con definiciones de la violación históricamente cambiantes, los médicos forenses también estuvieron influidos por imágenes culturales de las mujeres, los hombres y los niños como víctimas. Aunque el estereotipo de la mujer mentirosa había sido prominente a lo largo de los tiempos, adquirió un significado peculiar con la llegada del psicoanálisis de Sigmund Freud, quien afirmaba que las mujeres deseaban inconscientemente ser violadas y mentían para encubrirlo. En casos judiciales de finales del siglo XIX y principios del XX es posible encontrar a médicos y psiquiatras que examinaban los cuerpos y las mentes de las víctimas de agresiones sexuales para acabar concluyendo que se trataba de histéricas mentirosas.

Protesta en Madrid contra la sentencia del caso de “la Manada”, 26 de abril de 2018. Wikipedia.

El estereotipo cultural de las mujeres mentirosas en casos de agresión sexual fue discutido críticamente por el feminismo de la segunda ola a finales de los años sesenta y setenta del siglo XX. Estas feministas se opusieron frontalmente a la “cultura de la violación”, es decir, a la actitud generalizada que culpabilizaba a las mujeres de su propia victimización, desconfiaba de las víctimas, toleraba y hasta trivializaba la violencia sexual e incluso podía llegar a excusar el comportamiento de los agresores. Parte de esta protesta feminista se refería a la forma en que las víctimas de agresiones sexuales eran tratadas por los medios de comunicación, la policía y también por los médicos forenses. El examen físico e interno de la vagina fue calificado como una “segunda violación” porque la víctima estaba obligada a experimentar de nuevo la agresión física. A partir de estas protestas feministas se ha ido reconociendo cada vez más el “síndrome de trauma por violación” en las supervivientes de agresiones sexuales.

Las investigaciones recientes también han puesto en duda el impacto de las pruebas científicas forenses en casos de violación. Es una conclusión opuesta a la popular imagen de la ciencia forense como un ingrediente fundamental de la instrucción y el proceso judicial, una imagen que está fuertemente relacionada con la llegada de las pruebas de ADN para investigar casos de violación a partir de la década de 1990. Por el contrario, los análisis procedentes de las ciencias sociales han demostrado que las variables no médicas (tales como la edad de la víctima, el consumo de alcohol, la resistencia de la víctima, la relación de la víctima con el agresor y las declaraciones de los testigos) fueron más significativas a la hora de orientar la detención de sospechosos violadores que los rastros de esperma, la saliva, las heridas y los hematomas.

Póster de la Organización Mundial de la Salud “End Virginity Testing”. OMS.

La controversia que rodea el uso de pruebas forenses salió a relucir recientemente en una sentencia de enero de 2021, cuando un tribunal de Pakistán prohibió las denominadas “pruebas de virginidad” como parte del examen de las víctimas de violación. La invasiva “prueba de los dos dedos” se realiza manualmente introduciendo uno o dos dedos en la vagina de una mujer para comprobar su laxitud y la presencia del himen, en teoría para determinar si la mujer es o no sexualmente activa y en qué medida lo es. Algunos médicos han llegado a afirmar que la prueba puede establecer si una mujer ha sido penetrada por primera vez. Esta técnica se ha utilizado para desacreditar a víctimas de una violación al “demostrar” de este modo que tenían experiencia sexual previa. El tribunal paskistaní señaló en 2021 que estas pruebas no tienen “ninguna base médico-legal” y, por otra parte, ofenden la dignidad personal de las mujeres víctimas de agresiones. La Organización Mundial de la Salud ha desacreditado categóricamente este tipo de pruebas, afirmando que carecen de valor científico y, además, constituyen una violación de los derechos humanos.

El ejemplo anterior demuestra que, hoy en día de modo similar al pasado, las pruebas médicas forenses en casos de agresión sexual siguen estando entremezcladas con controversias e imágenes culturales de diverso tipo.

 

 

Willemijn Ruberg
Utrecht University

 

Para saber más

Puedes ampliar la información con la bibliografía y recursos disponibles.

Lecturas recomendadas

Bourke, Joanna. Rape: A History from 1860 to the Present Day. London: Virago; 2007.

Vigarello, Georges. A History of Rape. Sexual Violence in France from the 16th to the 20th century. Cambridge: Polity Press; 2001.

Estudios

Bates, Victoria. Sexual Forensics in Victorian and Edwardian England. Age, Crime and Consent in the Courts. Basingstoke: Palgrave Macmillan; 2016.

Clark, Anna. Women’s Silence, Men’s Violence: Sexual Assault in England, 1770-1845. London: Pandora; 1987.

Corrigan, Rose. The New Trial By Ordeal: Rape Kits, Police Practices, and the Unintended Effects of Policy Innovation. Law & Social Inquiry. 2013; 38: 920-949

Du Mont, J.; D. Parnis, Sexual assault and legal resolution: querying the medical collection of forensic evidence. Medicine and Law. 2000; 19 (4): 779-792.

Harris, Carissa. 800 Years of Rape Culture. Aeon (24 May 2021). Disponible en este enlace.

Hlavka, Heather R.; Sameena Mulla. Bodies in Evidence. Race, Gender, and Science in Sexual Assault Adjudication. New York: NYU: 2021.

Kolsky, Elizabeth. “The Body Evidencing the Crime”: Rape on Trial in Colonial India, 1860-1947. Gender and History. 2010. 22 (1): 109-130.

Kümper, Hiram. Learned Men and Skillful Matrons: Medical Expertise and the Forensics of Rape in the Middle Ages. In: Turner, Wendy J.; Butler, Sara M. eds. Medicine and the Law in the Middle Ages. Leiden: Brill; 2014. pp. 88–108.

Lorente Carpena, Amalio. Violación y transgresión. Medicina forense y moral sexual en la España del siglo XIX. Asclepio. 2010. 62 (1): 177-208.

Robertson, Stephen. Crimes against Children: Sexual Violence and Legal Culture in New York City, 1880-1960. Chapel Hill: University of North Carolina Press; 2005.

Ruberg, Willemijn. Trauma, Body and Mind. Forensic Medicine in 19th-century Dutch Rape Cases. Journal of the History of Sexuality. 2013. 22 (1): 85-104

Temkin, J. Medical Evidence in Rape Cases: A Continuing Problem for Criminal Justice. The Modern Law Review. 1998. 61 (6): 821-848

Walker, Garthine. Rereading Rape and Sexual Violence in Early Modern England. Gender and History. 1998. 10 (1): 1-25.

Fuentes

Farr, Samuel, Elements of medical jurisprudence, or, A succinct and compendious description of such tokens in the human body as are requisite to determine the judgment of a coroner, and of courts of law, in cases of divorce, rape, murder, &c.: To which are added, directions for preserving the public health. London: Printed for T. Becket; 1788. Disponible en este enlace.

Hale, Matthew. Historia Placitorum Coronae. The History of the Pleas of the Crown, 2 vols. London: Sollom Emlyn; 1736–39. Vol. I

Peratoner, Amancio, Fisiología de la noche de bodas: misterios del lecho conyugal … : seguido de un estudio del Dr. A. Tardieu, de suma utilidad para la práctica de la medicina legal en cuestiones de violación (estupro) y atentados contra el pudor. Barcelona: La Enciclopédica; 1892. Disponible en este enlace.

de Souza Lemos, José Francisco. Algumas proposições medico-legaes sobre a virginidade e o estupro: these apresentada e publicamente sustentada perante a Faculdade de Medicina do Rio de Janeiro em 13 de outubro de 1849. Rio de Janeiro: Almeida; 1849. Disponible en este enlace.

Páginas de internet y otros recursos

Haroon Janjua, ‘We Asked the Doctors Who Performed Pakistan’s Now-Banned ‘Virginity Tests’: Why?’,Vice, 8 Jan. 2021. Disponible en este enlace.

Khan, M. Ilyas. Pakistan court outlaws ‘virginity tests’. BBC. News. 5 Jan. 2021. Disponible en este enlace.

Shame (Sexual Harms and Medical Encounters) Project, Birkbeck, University of London, Resources. Disponible en este enlace.

Wellcome Collections, sources on history of (forensic) medicine. Disponible en este enlace.